Entre enero y abril, los jubilados con la mínima soportaron una pérdida de un 24% y el resto una del 37%, indicaron desde IARAF. Pero “si la inflación de mayo es menor o igual a 7,8%, el poder adquisitivo de las jubilaciones habría registrado un piso en febrero de 2024”.
En los primeros cuatro meses del año, las jubilaciones sufrieron una pérdida real de hasta casi 40%, aunque podrían haber tocado un piso en el mes de febrero, según cálculos del IARAF.
Entre enero y abril, los jubilados con la mínima soportaron una pérdida de un 24% y el resto una del 37%, indicaron.
Al tiempo que, “si la inflación de mayo es menor o igual a 7,8%, el poder adquisitivo de las jubilaciones habría registrado un piso en febrero de 2024”, estimaron del IARAF. Si la inflación sigue descendiendo, “se consolidará el cambio de tendencia, aunque es clave lo que se haga con el bono de $70.000 a partir de junio”, agregaron.
Dado que ya se conoce el índice a aplicar en mayo, 11%, según la inflación de marzo, y el monto del bono para la mínima, se puede proyectar qué puede pasar con el poder adquisitivo durante mayo.
Para los jubilados que no cobren la mínima el aumento nominal va a ser del 11%, mientras que para los que cobran la mínima va a ser del 7,8%.
Lo que ocurre es que al ser bono de igual valor de $70.000 tanto en abril como en mayo, la jubilación mínima total aumenta en menor proporción.
Concretamente, para que en mayo un jubilado con la mínima tenga el mismo poder adquisitivo que en abril, la inflación debería ser del 7,8%. Dada una inflación esperada del 7,5%, el poder adquisitivo de este jubilado aumentaría algo mínimo respecto a abril. Por el contrario, el jubilado que no cobra la mínima tendría un aumento real del 3,3%, según IARAF.
Si se acumulan los primeros 5 meses del año, el jubilado que cobra la mínima terminaría perdiendo un 21,7% del ingreso real de igual periodo de 2023.
Por su parte, el que no cobra la mínima terminaría perdiendo un 33,9% del ingreso real que tuvo en los primeros 5 meses de 2023. Como puede apreciarse, dado que en mayo la pérdida real interanual sería menor a la del primer cuatrimestre, al cabo de 5 meses un jubilado seguiría perdiendo mucho poder adquisitivo que en 2023, pero menos que lo que perdió al principio. Se va recortando la pérdida, pero sigue en niveles muy altos.
Si la inflación mensual sigue bajando, el poder adquisitivo de las jubilaciones podrá seguir mejorando, pero partiendo de un piso muy bajo. Y siempre estando por debajo de 2023, en lo que resta del año.
Si esto sucediera, el mes de febrero podría haber sido el piso del poder adquisitivo de las jubilaciones. Para el caso de los jubilados con la mínima, esta situación va a depender de lo que suceda con el bono a partir de junio (actualmente de $70.000).
Por ejemplo, si el Gobierno decidiera mantener el valor del bono en $70.000 durante el mes de junio y la inflación de abril fuera del 9%, el jubilado con la mínima tendrá un aumento del 6,5% en junio. Cobraría $207.000 de haber más $70.000 de bono. En efecto, para que su poder adquisitivo no baje respecto a mayo, se requiere que la inflación de junio sea igual o menor al 6,5%. Si el Gobierno decidiera dar un bono de $75.000 por ejemplo, la inflación necesaria para mantener el poder adquisitivo de mayo sube hasta el 8,4%. Habrá que ir viendo las decisiones que se tomen respecto al valor del bono.
En el caso de los jubilados que no cobran bono, mientras la inflación de junio sea igual o menor al 9%, su poder adquisitivo se mantendría o aumentaría respecto al de mayo.
Una cuestión relevante es la discusión que existe en el Congreso de la Nación en relación a la regla de movilidad. En esencia se está discutiendo el nivel del piso de febrero.
Si la inflación sigue bajando, febrero sería el mes de menor poder adquisitivo. Si hay un aumento de la jubilación de febrero, el jubilado perdería menos en el acumulado del año respecto a 2023.
La otra cara de la moneda es el nivel de gasto público y el aporte de fondos que el gobierno logró con la reducción real de las jubilaciones. Alrededor de la tercera parte de la reducción de gasto público del primer trimestre se originó en el recorte real de las jubilaciones. Una suba del piso de febrero implica un mayor nivel de gasto en 2024, es decir un menor recorte respecto a 2023. Este es el conflicto de objetivos que está planteado en el Congreso entre oficialismo y oposición.