El precio de la electricidad en Alemania se ha disparado desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, lo que ha obligado a los residentes a buscar alternativas más baratas.
En una feria de Berlín dedicada a la sostenibilidad, un nuevo artilugio llamó la atención de Waltraud Berg: un panel solar lo bastante pequeño como para instalarlo fácilmente en el costado de un balcón y enchufarlo a una toma de corriente para suministrar directamente a su casa la energía producida por el sol.
“Me encantó saber que existía algo así, que uno puede generar su propia energía y ser más independiente”, dijo Berg, una jubilada que instaló sola varios paneles en el balcón orientado al sur de su apartamento de Berlín.
Cada uno de estos paneles ligeros produce la electricidad suficiente para cargar solo una computadora portátil o hacer funcionar un pequeño frigorífico. Pero en los hogares de toda Alemania están impulsando una transformación silenciosa, poniendo la revolución verde en manos de la gente sin necesidad de hacer una gran inversión, buscar un electricista o utilizar herramientas pesadas.
“No hace falta taladrar ni martillar nada”, explicó Berg. “Simplemente las cuelgas del balcón como a la ropa mojada en Italia”.
Ya se han instalado más de 500.000 de estos sistemas en toda Alemania, y las nuevas leyes que flexibilizan las normas sobre la instalación de paneles solares han contribuido al auge de su uso. En los seis primeros meses del año, el país sumó nueve gigavatios de capacidad fotovoltaica, la cantidad de energía solar que produce un sistema, según la Agencia Federal de Redes, organismo regulador alemán.
“Estamos viendo un aumento continuo de las instalaciones solares en particular”, declaró Klaus Müller, presidente de la agencia. “En comparación con la capacidad total a finales de 2023, se añadió casi un 10 por ciento más de capacidad solar. De ella, dos tercios se instalaron en edificios, lo que incluye los sistemas de balcones”.
Como parte de su impulso para alejarse de la dependencia del gas natural ruso, la Unión Europea pretende cuadruplicar la cantidad de energía generada a través de fuentes fotovoltaicas para 2030, hasta 600 gigavatios. Alemania aspira a alcanzar un tercio de esa cantidad para el mismo año. Según Rystad Energy, se prevé que este año Alemania añada más capacidad de energía solar que ningún otro país europeo.
Algunos de los paneles solares que se venden en Alemania son fabricados por empresas europeas, pero la mayoría se producen en China, cuyo dominio de la industria mundial le permite suministrar paneles solares a precios cada vez más bajos, dijo Nicholas Lua, analista de Rystad Energy.
“Los paneles a pequeña escala se han beneficiado de las mismas economías de escala de que dispone el sistema de fabricación solar chino”, dijo.
A principios de la década de 2000, Alemania animó a la gente a instalar paneles solares en los tejados de sus casas recompensando con pagos, conocidos como tarifas de alimentación, por enviar energía a la red. Sin embargo, en los últimos años estas se han vuelto menos lucrativas, lo que desincentivó las inversiones a gran escala.
Los llamados sistemas enchufables consisten en dirigir la corriente continua generada por los paneles a un inversor, que la convierte en corriente alterna. Después pueden enchufarse a una toma de corriente convencional para suministrar energía a una vivienda.
Janik Nolden, quien junto con dos amigos fundó Solago, una empresa emergente alemana que vende paneles solares para tejados y las versiones enchufables, dijo que la mayoría de sus clientes están interesados en instalar los paneles por su cuenta.
La mayoría de los paneles que vende se fabrican en China, que fabrica productos de mejor calidad y más baratos que los que se producen en Europa. “Si mis clientes exigieran paneles europeos, los tendría en existencia”, dijo. “Pero no es el caso”.
A raíz de las preguntas de los aficionados a hacer las cosas por sí mismos, Nolden empezó a colgar videos en internet explicando cómo funcionan los paneles y cómo planificarlos, instalarlos y optimizarlos. “Hacer cosas por uno mismo es el futuro”, comentó. “La gente quiere hacer todo lo posible por sí misma”.
La empresa, que abrió sus puertas en una pequeña tienda de un barrio de las afueras de Düsseldorf, ha crecido hasta ocupar un almacén del tamaño de una manzana de Manhattan, con 50 empleados que ayudan a transportar ocho camiones de suministros por todo el país y hasta la vecina Austria.
En el resto de Europa, los paneles solares enchufables son populares en los Países Bajos, y el interés crece en Francia, Italia y España, en parte impulsado por una caída constante de los precios.
En Alemania, los paneles individuales se venden por 200 euros, unos 217 dólares, en tiendas de grandes superficies. Los conjuntos completos, que incluyen soportes, inversor y cables, cuestan aproximadamente el doble.
Los precios de la electricidad en Alemania se dispararon tras la invasión rusa de Ucrania, y ahora se han estabilizado en torno a los 25 céntimos de euro por kilovatio-hora. Pero siguen siendo de los más altos de Europa.
En Alemania, el atractivo ha aumentado por las leyes aprobadas recientemente que impiden que los propietarios y los consejos de administración de las cooperativas bloqueen las instalaciones de paneles solares y eliminan algunos de los requisitos de registro más engorrosos.
En conjunto, estos cambios han hecho que la idea de instalar un sistema solar personal resulte llamativa para una base de consumidores más amplia.
“Vemos más diversidad, más gente mayor y más mujeres”, dijo Christian Ofenheusle, quien fundó y dirige EmpowerSource, una empresa que promueve el uso de la energía solar a pequeña escala. Un grupo de usuarios cada vez más numeroso, según él, es el de los jóvenes con familia preocupados por el cambio climático.
“Dicen que quieren contribuir”, explicó Ofenheusle. “Aunque suponga un ahorro de menos de 100 euros al año, lo aceptarán encantados porque es para la próxima generación”.
Un avance reciente es la introducción de baterías a pequeña escala que permiten a los usuarios almacenar la electricidad generada durante las horas punta para utilizarla por la tarde o por la noche.
Las aplicaciones permiten a los usuarios comprobar cuánta electricidad están produciendo en cada momento. Para algunos, esto se ha vuelto tan adictivo como las redes sociales o un videojuego, genera competencias amistosas entre vecinos, pero también abre el apetito por ahorrar más.
Cuando Thomas Losch oyó hablar por primera vez de la instalación solar de un vecino –varios paneles enchufables conectados a contadores inteligentes que le permitían optimizar el uso de la electricidad– se burló de la idea.
Pero la curiosidad se apoderó de él y hace dos meses compró su propio conjunto de paneles enchufables para colocarlos en el techo de su garaje. Ahora, lo primero que hace cada mañana es abrir su aplicación para comprobar cuánta electricidad se está generando.
“Ahora estoy completamente enganchado a cómo puedo producir energía a partir del sol”, dijo. “Se ha vuelto como tomar una droga”.
Según Nolden, este fenómeno no es poco común. Muchos de sus clientes que compran los paquetes enchufables pequeños acaban volviendo para pedir un sistema completo para el tejado.
Solo dos meses después de que instaló el sistema pequeño en su garaje, Losch ya estaba pensando en lo que una instalación completa le permitiría alimentar, como un vehículo eléctrico con una batería más grande.
Su sistema ya genera suficiente energía durante el día para hacer funcionar los aparatos de aire acondicionado portátiles de las recámaras de la planta superior de su casa. Pero más allá de lo que ahorra económicamente, dijo sentirse satisfecho de tomar medidas para reducir su huella de carbono.
“No es que esté salvando el mundo, pero aporto mi granito de arena”, explicó. “Es una buena sensación”.
Melissa Eddy tiene sede en Berlín y reporta sobre política, las empresas y la economía de Alemania. Más de Melissa Eddy
En Alemania, los paneles enchufables individuales se venden a partir de 200 euros, unos 217 dólares, en grandes almacenes. (Patrick Junker/The New York Times)