Mientras que el e-commerce crece de cara al segundo semestre, las grandes superficies y comercios barriles mantienen sus ventas a la baja.
Así como la actividad y los salarios muestran un comportamiento heterogéneo al interior de cada indicador, el consumo, aunque parecía ser la variable no alcanzada por la mejora en los ingresos, resulta mostrar lo mismo: mientras que el comercio electrónico mantiene una buena perfomance, las compras en supermercados no repuntan y en los comercios de barrio el panorama es preocupante.
La capacidad de compra es la variable que sufre con mayor intensidad los efectos de la economía en estado de recesión. Sin embargo, según Luis Campos, investigador del Instituto de Estudios y Formación de la CTA, en julio el salario de los trabajadores registrados le ganó a la inflación.
Pero la actualización salarial no alcanzó para recuperar el poder adquisitivo previo a la asunción de Javier Milei. Campos lo explicó en la red X, de esta forma: “El sector privado está un 2,6% abajo de noviembre de 2023 y el sector público recortó la caída al 16,9%”. A su vez, advierte: “En términos históricos seguimos en el subsuelo: 20% y 35% abajo de 2016 respectivamente”.
Las bondades de la evolución salarial no se reflejan de manera uniforme en los distintos canales de consumo. En el caso del comercio electrónico, por ejemplo, la realidad es bien distinta a la encontrada en los supermercados o barrios populares.
Comercio electrónico: dos tercios de las empresas pronostican crecimiento en las ventas
Según un estudio de la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE), en el transcurso del primer semestre el comercio en línea registró una facturación de $8.555.918 millones, lo cual marcó un aumento de 248% en comparación con la primera mitad de 2023.
De todos modos, la cifra significó 102,7 millones de órdenes de compra, solo un incremento de 1% en comparación con el mismo período del año anterior. El ticket promedio por orden se situó en $83.256.
Asimismo, durante la primera mitad del año el canal online aumentó su participación en el total de ventas, del 15% al 18%. De hecho, 5 de cada 10 empresas considera que creció por esta vía más o igual que en el canal físico.
Al ver las categorías más vendidas en términos de unidades, el top 3 está conformado por Alimentos y Bebidas, Herramientas y Construcción, y Hogar, Muebles y Jardín.
“El e-commerce se está consolidando. Relevamos que el 65% de las empresas encuestadas considera que la actividad del comercio electrónico será mejor que en el segundo semestre de 2024”, cuenta Gustavo Sambucetti, presidente de CACE.
Sin embargo, considera que el mayor temor en la comparación segundo semestre 2024-2023 será que “para esta época había mucho estímulo al consumo, como las cuotas, y la misma necesidad de comprar frente al nivel de inflación”, resalta el titular de la entidad.
Si los ingresos sufrieron un fuerte recorte durante el primer semestre del año, ¿cómo es que crecieron las compras por medios electrónicos? Para Sambucetti, las promociones con billeteras virtuales y las cuotas tuvieron su rol protagónico: 8 de cada 10 empresas llevan a cabo financiamiento con tarjeta y la gran mayoría lo hizo en 6 cuotas o menos.
Igualmente, se trata de una estrategia que también se aplica en los comercios físicos. La diferencia está, según el titular de CACE, en que el canal online “crece en los momentos de revuelo económico” o bien cuando “hay expectativas de devaluación”, situación que se mantuvo durante lo que va del año y contando. También se intensifica su uso cuando “hay que hacer rendir el presupuesto” comparando productos y precios.
Las ventas minoristas siguen en terreno negativo, pero se acorta la caída
El panorama es distinto en las ventas minoristas a través del canal físico. Para la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), descendieron 5,2% en septiembre, aunque la caída se redujo por tercer mes consecutivo.
Para la entidad, la estabilidad de precios permitió planificar “liquidaciones muy agresivas” en rubros como calzado, indumentaria y textiles para el hogar, y las cuotas a largo plazo contribuyeron a concretar operaciones en otras ramas, como electrodomésticos, electrónicos, informáticos y muebles.
Aun así, el movimiento final resultó menor al del año pasado y también al de agosto, que de por sí “fueron meses malos”. “En el análisis por rubro, los siete sectores evaluados volvieron a tener disminuciones en comparación con el mismo período del 2023”, advierte CAME en su último informe.
En supermercados el consumo no repunta: septiembre habría marcado otra baja
Por el contrario, los relevamientos en los supermercados y autoservicios no mantienen signos auspiciosos de cara a fin de año.
Según un adelanto de la consultora Scentia, septiembre volvió a marcar una caída en el consumo en grandes establecimientos: la baja interanual en las primeras tres semanas del mes fue de alrededor del 18%.
En tanto, supermercadistas calculan que la disminución acumulada hasta este mes gira en torno al 12%ó 13%.
Los datos se encuentran en línea con el último relevamiento de la consultora, que marcó un 17,9% de caída de las ventas en agosto y un acumulado de 11,9% en el año.
Este nivel de ventas para la consultora Analytica es “sumamente bajo”, de hecho, el nivel promedio de este año es el más bajo de toda la serie histórica que inicia en 2017. En paralelo, las ventas en autoservicios son las más bajas desde septiembre de 2019.
Mientras tanto, los supermercados apuestan a descuentos y promociones, tanto 2×1 como 50% de descuento en el precio de lista, para apuntalar el consumo.
A su vez, los grandes comercios apuestan al verano y las fechas de encuentros y reuniones para reactivar la venta de bebidas alcohólicas y snacks, que marcaron 24,3% y 31,2% respectivamente.
El consumo en los barrios populares denota la peor cara del ajuste
Por último, queda analizar qué sucede en los comercios de barrio, donde se encuentra alrededor del 70% del consumo de bienes esenciales.
Isaac Rudnik, director nacional del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCI), la caída en las ventas de los alimentos provocó una baja en sus precios de 3,2%.
De acuerdo a los cálculos del organismo, en agosto una familia de cuatro integrantes necesitó $412.081 para cubrir sus necesidades básicas de alimentos, mientras que en septiembre precisó $13.518 menos.
Sin embargo, la misma familia debió haber registrado en su presupuesto una suba de 177% para comprar la misma cantidad de alimentos respecto a septiembre de 2023.
Entre un año y otro, los precios en el almacén subieron 186,95%, las frutas y verduras 200,31%, y las carnes 149,53%.
Al mismo tiempo, se amplió la brecha entre el incremento de los salarios no registrados –que mayormente perciben los jefes de hogar de los hogares más pobres- y los aumentos de los productos que componen la Canasta Básica Total.
Por todo esto es que Rudnik refleja la situación económica actual en los barrios populares de esta manera: “el resultado del mayor ajuste fiscal de la historia, no puede tener otro signo que un aumento generalizado de la pobreza y la indigencia, situación que alcanza a todas las edades.”