Según los datos que la empresa isrealí le entregó a la provincia, en los próximos 25 años la principal área metropolitana tendrá altos niveles de déficit para el consumo y la producción.
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Este lunes, Alfredo Cornejo recibió en Casa de Gobierno el informe elaborado por la empresa estatal israelí Mekorot sobre el agua en Mendoza, con el análisis del faltante que podría haber en los próximos 25 años. A la par, el gobernador recibió también una serie de propuestas para reducir ese déficit que golpea en mayor medida en la principal área metropolitana, según las proyecciones hacia 2050.
La empresa entregó un documento de 90 páginas, en el que se detallan una serie de puntos vinculados a este tema, conformando la base de lo que será el plan hídrico que la provincia pretende aprobar en la Legislatura durante el segundo semestre del año.
El cambio climático con mayores temperaturas y menos nevadas en la Cordillera, sumado a la falta de eficiencia a la hora de utilizar el recurso generan un combo explosivo que ponen alerta la sostenibilidad hídrica de la provincia.
El primer dato: habrá más demanda, pero menos agua
La primera luz roja se encuentra en la disponibilidad de agua y la cantidad que se consume.
Según el informe, la demanda crecerá un 5% para el año 2030, un 7% para el 2040 y un 9% para el 2050.
En contrapartida, la disponibilidad del recurso caerá un 5% para el 2030, un 10% para 2040 y un 17% para 2050.
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De esta manera, el déficit hídrico en relación con la demanda de la población será del 5% en 2030; del 12% en 2040 y del 17% en 2050, estimó el informe.
Segundo dato: la zona más complicada
Según los datos obtenidos por Mekorot en los más de dos años que le llevó realizar el estudio, la cuenca del Río Mendoza será la más afectada por la escasez de agua en un futuro.
En segundo lugar, la cuenca del río Diamante; en tercero la del Atuel -ambas en el Sur- y en menor medida las de Tunuyán y Malargüe.
Según estos datos, de no mediar cambios en el uso actual del recurso, para el año 2030, el déficit en la cuenca del Río Mendoza será de 512 hectómetros cúbicos.
La proyección indica que llegados a 2040, la escasez del recurso aumentará a 625 hectómetros cúbicos.
Y, finalmente, en el horizonte de 2050 harán falta 764 hectómetros cúbicos. Para decirlo de otra manera más contundente: esto será equivalente a casi 2 diques Potrerillos completos.
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La situación incluso es alarmante si se ponen en práctica algunas de las alternativas para eficientizar el consumo que ofrece el informe.
En el mejor de los supuestos y si se adoptan las recomendaciones para cambiar sistemas de riego, por ejemplo, en el año 2050 todavía tendremos en el Gran Mendoza déficit hídrico, aunque en una menor magnitud: alcanzará los 153 hectómetros cúbicos, según las estimaciones.
Precisamente, entre los objetivos que destaca el informe de Mekorot, se recalcó que la cuenca del río Mendoza “necesita además una reducción de pérdidas en la red de agua potable, del 46%“. Eso permitiría estabilizar la cobertura de la demanda hacia 2050.
Tercer dato: ¿no más cultivos?
Otro dato llamativo es que el informe advierte que si la producción de cultivos se extiende, la demanda de riego para mantener estos terrenos productivos también complicarían mucho la estabilidad hídrica de la provincia.
“Si la superficie actualmente empadronada que no está cultivada se pone en producción, agravará los déficits hídricos”, sintetiza en uno de los puntos finales el informe.
De hecho, entre los desafíos que plantea el estudio de la empresa extranjera se impone una “disminución progresiva de la oferta hídrica superficial y de la demanda agrícola“.
De esta manera no sólo se pone la lupa sobre posibles nuevas plantaciones, sino que se genera preguntas sobre nuevas actividades que puedan ocupar agua en grandes volúmenes, como el turismo o la minería -aunque al menos ésta tiene otra forma de utilización del agua-.