Aunque la actividad se mantiene en baja, empresarios mendocinos consideran que los fondos por el resarcimiento pueden dar un empujón al sector.
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El 2024 cerró con una disminución acumulada de la actividad de la construcción del 27,4%, según revelan los indicadores de coyuntura que publica el Indec. En Mendoza, aseguran que el sector aún atraviesa una situación compleja, pero se muestran expectantes y con buenas perspectivas por el cambio que pueden implicar las obras públicas que se desarrollen con los fondos del resarcimiento.
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El panorama ya es conocido y ha sido reiterado con preocupación por representantes de las empresas constructoras: la paralización de las obras públicas nacionales, desde fines de 2023, y la disminución notable del ritmo de las que se realizaban con financiamiento provincial implicó un duro golpe. No sólo para la supervivencia de las empresas, particularmente las pymes, sino para el empleo.
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Las obras privadas, en tanto, si bien han mantenido un cierto movimiento porque los inversores entienden que puede haber un cambio del clima que favorezca la adquisición de inmuebles, no ha sido suficiente para compensar la falta de obras públicas.
Los datos del Indec revelan que se han producido bajas en el consumo de todos los principales insumos de la construcción en el acumulado de los 12 meses de 2024, en comparación con el mismo periodo de 2023: de 41,7% en artículos sanitarios de cerámica; 41,5% en hierro redondo y aceros para la construcción; 40,5% en asfalto; 40,1% en mosaicos graníticos y calcáreos; 33,4% en hormigón elaborado; 29,9% en pisos y revestimientos cerámicos; 28,9% en yeso; 28,1% en ladrillos huecos; 24,3% en placas de yeso; 24,0% en cemento portland; 21,6% en el resto de los insumos (incluye grifería, tubos de acero sin costura y vidrio para construcción); 18,6% en cales; y 5,2% en pinturas para construcción.
Como complemento de los datos del Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC), el Indec informa la cantidad de puestos de trabajo registrados en la actividad de la construcción en el sector privado. En este caso, los datos corresponden al acumulado de enero a noviembre de 2024 y evidencian una reducción de 17,2% con respecto al mismo período del año anterior.
De hecho, en 2023, el número de personas que tuvieron un empleo formal en el sector en todo el país superaron en todo 2023 los 420 mil (excepto en diciembre, cuando fueron 417 mil) y llegaron a 467 mil en mayo. Esto, mientras que en los once primeros meses de 2024 sólo superaron los 400 mil en enero (410 mil) y llegaron a caer a 366 mil en junio.
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Cambio de aire
Dalmiro Barbeito, presidente de la Cámara de Empresas Constructoras Independientes de Mendoza (Cecim), coincidió en que el sector ha tenido una caída muy importante el último año y que los despachos de cemento disminuyeron abruptamente por la paralización de la obra pública. Añadió que los números siguen mostrando una recesión, pero que se percibe un “cambio de aire”.
La expectativa, planteó, está puesta en que se empiecen a canalizar los fondos del resarcimiento -los mil millones de dólares de Portezuelo del Viento- en obras públicas desarrolladas por la Provincia. Comentó que el listado oficial de proyectos incluye jardines maternales, escuelas, comisarías, viviendas del IPV (después de un año con muy poca actividad) y un plan bastante ambicioso del Departamento General de Irrigación.
Sumó que Aysam también tiene un plan de inversión en infraestructura, de renovación de redes y construcción de plantas cloacales y de purificación; es decir, obras integrales, que hace años no se concretan (excepto la de la calle San Juan, que, destacó, atraviesa casi todo el centro mendocino). “Si se ejecuta todo lo que tienen pensado va a haber un cambio en la obra pública”, resaltó.
Barbeito comentó que, en materia de inversión privada, hay movimiento y varios edificios en construcción, que apuntan al segmento ABC1, algo que no se veía desde hace mucho tiempo, pero que se necesita que el mercado alcance a responder. Es que, hasta ahora, estos proyectos avanzan por la expectativa, pero las ventas todavía no acompañan.
“Lo que nos está afectando, claramente, es el costo argentino”, lanzó y precisó que el valor del metro cuadrado de construcción es de US$ 1.200, cuando durante la pandemia llegó a caer a US$ 800. Sin embargo, no sólo ha subido el precio de los materiales, sino que también se ha ajustado la mano de obra y los impuestos son altos. Pese a eso, consideró que la apertura de las importaciones podría traer una “racionalización”.
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Alivio en el horizonte
Gerardo Fernández, presidente de la Confederación de Pymes Constructoras (CPC), prefirió ser prudente, porque planteó que “Mendoza es un camarote en un gran barco. Si el barco se hunde, por más que la provincia haga mucho esfuerzo, termina bajo el agua”. Sumó que la macroeconomía se está ordenando y que eso tiene un costo.
Y si bien consideró que hay consenso en que era necesario ordenar las cuentas del Estado nacional, resaltó que, en el caso de la obra pública, se hizo a través del incumplimiento de una parte significativa de las obligaciones. Esto, en alusión a la paralización de las obras y el no pago de los certificados ya presentados, además de cuestiones burocráticas que han hecho que, en ciertos casos, las provincias y los municipios no puedan hacerse cargo de esos proyectos (más allá de las cuestiones de financiamiento).
Ahora, el sector de la construcción tiene expectativas de los anuncios, que se están transformando en llamados a licitación, de obras que se concretarán en la provincia con los fondos de Portezuelo. “Han traído entusiasmo al sector, aunque el alivio todavía no llega y la caída ha sido muy grande”, manifestó.
Explicó que las cámaras mendocinas le han pedido al Gobierno provincial que sea muy riguroso y cuidadoso en la selección de las empresas, porque, como en otras provincias no hay proyectos, en estas primeras licitaciones se han presentado constructoras de San Juan y de Santa Fe, con precios que “no condicen con la realidad y nadie entiende”.
Fernández señaló que el sector privado “se mueve lo mínimo indispensable y no tracciona fuerte”, porque el precio de la construcción está caro en dólares y, por ejemplo, el industrial que, históricamente, pagó US$ 500 por metro para construir un galpón, se encuentra con que ahora debe pagar US$ 1.000.
Por otra parte, los créditos hipotecarios casi no se están otorgando, ya que la gente no los puede tomar (no cumple con los requisitos de ingresos en la mayoría de los casos) y las tasas todavía son altas. Y se acercan las elecciones, con lo que los inversores se vuelven más cautos.