Los investigadores se basan en un “silenciamiento génico” de la Lobesia Botrana, donde se eligen los genes específicos del insecto y se anulan. Qué falta para que sea una realidad.

La Lobesia (Botrana) o “polilla de la vid” se ha convertido en una de las plagas más perjudiciales para la producción de Mendoza. Debido a ello, investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) se encuentran realizando un proyecto para combatirla con una tecnología similar utilizada en las vacunas contra el covid-19.
La iniciativa se basa en un “silenciamiento génico”, donde se eligen los genes específicos de la plaga (productores de proteínas indispensables para su vida) y se anulan. Esto produce un efecto letal y que sólo ataca a la Lobesia en sus diferentes etapas, sin producir “toxicidad para la biodiversidad circundante ni para la población”.
Lucas Armando Resa Jurin, responsable del proyecto y becario doctoral de Conicet, explicó que los métodos que se vienen utilizando contra el insecto son “muy tóxicos”, por lo que una nueva alternativa de combate es clave para erradicar la problemática que vive la provincia.
“Los métodos que hay disponibles para combatirla son la aplicación de insecticidas químicos, los cuales son tóxicos para la población en general. Otro también es la confusión sexual con feromonas, que es caro y se utilizan insumos importados por lo que complica su aplicación”, detalló.
La Lobesia es un insecto que pudre el racimo de uva y que puede tener impacto, según los especialistas, en el 50% de un lote, o en algunos casos aún más. De hecho, la plaga en la actualidad es responsable de la pérdida de muchos kilos en productores de la provincia, sobre todo de Tupungato, y en San Juan.
Los investigadores del INTA han efectuado pruebas en distintos genes que sean indispensables a lo largo del desarrollo de la larva o, en el caso del insecto adulto, silenciar neurotransmisores. Con esto, lo que se logrará es poder atacar distintas fases de la Lobesia y, a su vez, tener un nulo impacto ambiental.

Los productores y cámaras empresariales vinculadas a la industria vitivinícola afirmaron, semanas atrás, que se “necesita ayuda para combatirlas” porque las medidas “no alcanzan para controlarlas, al igual que la financiación, y es muy grave”.
Un productor vitícola puede gastar entre U$S 150 y U$S 200 por hectárea, cuando se hacen presente este tipo de plagas. Incluso, el daño a los cultivos los hace la larva cuando está en su etapa de alimentación. La polilla, por su parte, sólo vuela por el cultivo, pone los huevos y se dispersa volando.
Qué falta
Desde el Nodo de Innovación Cuyo del INTA dejaron en claro que se han realizado ensayos en el laboratorio de Fitovirología en Luján de Cuyo y que aún deben concluir con las tres rondas de experimentos durante febrero, marzo y abril. El trabajo, en estos lapsos, está focalizado en clonar y secuenciar los genes específicos de Lobesia y radican en parte de su exoesqueleto.

Los datos arrojados en la primera ronda de prueba reflejaron resultados alentadores, ya que algunas de las secuencias establecidas alcanzaron más del 50% en mortalidad de larvas y una llegó al 80%.

Resa Jurin informó que el siguiente paso será determinar un vehículo para utilizar la misma fórmula, pero ya en el campo. Hasta las últimas pruebas, las inyección a las larvas se realizaba en laboratorio, algo que era es más fácil, pero que ahora se debe llevar a un lugar abierto.

“Se ha charlado con empresas nacionales que tienen distintos formulados que estabilizan la fórmula y permiten aplicarlo así en el campo. Lo que podría llevar la molécula al interior de la larva y producir así un efecto insecticida más rápido”, ejemplificó el licenciado en Ciencias Exactas con orientación en biología.
En cuanto al costo de poder trasladar el proyecto a la vida de los productores rondaría los 25 mil dólares, para luego “asociarse con alguna empresa para empezar a producir a nivel industrial”.