Estos espacios de compra-venta dejaron de ser un fenómeno, ya que algunos están consolidados como lugares de intercambio para las clases populares y medias. Miles de familias encuentran una salida a la escasez de dinero. En las ferias se consiguen productos al 30% o 40 % de su valor ¿Qué es ser feriante? Te lo contamos en esta nota
Las ferias populares representan un fenómeno en todo el país y Mendoza no es la excepción.Foto: UNO / Cristián Lozano
Las ferias populares comenzaron a asomarse en la Argentina a fines de la década de los ’90, con los famosos trueques. En el 2001 surgieron con más vigor en plazas, descampados o terrenos baldíos, en un contexto de deterioro de las relaciones laborales, marcadas por la necesidad de trabajo como de consumo a bajo costo.
En general funcionan los fines de semana, sábado o domingo o ambos días. En épocas de crisis recobran más vigor. Sin embargo, en Mendoza, varios de estos grandes mercados informales de ropa nueva y usada, bazar, electrónica, juguetes, mercadería, frutas y verduras, y productos en general, están consolidados y dan respuesta a la necesidad económica de miles de familias cada fin de semana.
Estos lugares han modificado la dinámica urbana y comercial de la provincia, generando fuentes de trabajo, así como de espacios de encuentro y sociabilidad entre los vendedores y compradores. Pero la invisibilidad es una característica que les sigue imponiendo la sociedad a las ferias, ya que no asume estas nuevas formas de la economía popular como trabajo legítimo.
En general las ferias populares no están reguladas por los municipios.Por lo tanto no hay registro oficial de sus trabajadores ni de su actividad económica. Sólo hay terrenos privados, donde los feriantes terminan negociando los términos para colocar su puesto por fin de semana.
En el espacio de investigación Fuente Reservada de Grupo América Interior recorrimos varias ferias de la provincia. Incluso nos animamos a vivir la experiencia de feriar.

Feriantes por un día en Ugarteche.
Feriantes por un día
Elegimos la Feria Original de Ugarteche en Luján de Cuyo por ser una de las más antiguas y populares de la provincia.
Esta feria lleva más de 35 años funcionando y es una de las primeras de Mendoza. Está ubicada sobre la Ruta Provincial 15, en un predio que cedió Vialidad Provincial. Cada fin de semana se instalan alrededor de 250 puesteros, de los cuales 150 logran un espacio con techo y el resto con gazebos o a la luz del sol.
Llegamos un sábado alrededor de las 6.30 de la mañana, porque hay que hacer fila para conseguir un buen puesto. Nos cobraron 2 mil pesos el espacio (un cubículo de 3 x2 con techo de chapa y contrapiso) y 500 pesos el alquiler de un tablón para usarlo por el día.
Como no contábamos con mercadería, juntamos ropa usada entre la familia. Sabíamos que el tipo de feria americana, circular, es muy usual y se ve en una gran cantidad de puesteros de Ugarteche.
Aún no nos habíamos instalado del todo y literalmente se abalanzaron sobre las bolsas con las prendas algunos clientes para ver de qué se trataba lo que íbamos a vender. La indumentaria se vende muy barata cuando es ropa usada, por más que tengan un par de posturas o sean de una marca costosa en el mercado formal. El regateo es una constante, sobre todo si se trata de artículos usados.

El puesto que instaló por un día la periodista Carina Scandura.
Por ejemplo, una remerita de adolescente se vende entre $2.000 y $3.000. Unas zapatillas Levis con dos posturas -a la propietaria siempre le quedaron chicas- se vendieron en 4 mil pesos.
Luego supimos que los compradores de primera hora son vendedores de otros puestos o de otras ferias que buscan esas “novedades de gente hegemónica foránea al lugar”. Les atrae comprar artículos distintos, de los que el vendedor inexperto se deshace a muy bajo precio.
Nos contaron y vimos que recién a mitad de mañana comienzan a llegar familias, parejas, gente que camina por la feria disfrutando el paseo. Y la mayor cantidad de público se da sábados por la tarde y el domingo al mediodía. Las mejores ventas son los dos primeros sábados de cada mes, cuando la gente aún conserva parte de su sueldo.
La feria de Ugarteche se va apagando alrededor de las 19 en tiempo de verano y alrededor de las 17 en invierno. Por esas horas, los eventuales compradores ya han dado vueltas suficientes como para saber si algo les interesa.
¿Quién es feriante? Comerciantes, jubilados y hasta profesionales que buscan el mango
A los feriantes no se los puede englobar en una categoría homogénea, ya que hay diferencias en el capital con el que sustentan la actividad y si ese comercio en la feria es exclusivo o sólo el rebusque del mango por el fin de semana.
El feriante es un sujeto distinto al vendedor ambulante y más aún al emprendedor. Muchos de estos comerciantes en general se sienten marginados y estigmatizados por la sociedad, que como ya dijimos, no admite estas formas de la economía popular como trabajo legítimo. Aunque cada vez son más las personas que recurren a las ferias a vender o comprar en busca del menor precio.
En nuestra investigación con “Fuente Reservada” recorrimos también la Feria de lo Nuevo y lo Usado en Guaymallén.
Esta feria surgió hace más de 25 años itinerando por distintos lugares. Desde hace 15 años está en el actual predio de la calle Agustín Álvarez de Rodeo de la Cruz. Aseguran que unas 30 mil familias pasan cada fin de semana por el lugar.
Con los recorridos por las ferias de Ugarteche y la de Guaymallén pudimos hacer una radiografía de quiénes son los protagonistas de estos mercados entre vendedores y consumidores.
Pocolo, un ex capataz de la Municipalidad de Guaymallén, vendedor de antigüedades y jubilado dice que la gente le avisa por Facebook cuando tienen cosas que ya no usan o quieren tirar y las compra a bajo precio y luego las revende.
Sergio Montaño, el Presidente de la Asociación de Comerciantes de Ugarteche, contó que “con la necesidad económica que hay se ve en la feria gente de todos los estratos sociales. Vienen abogados, arquitectos, docentes a vender su ropa usada, son las prendas que les sobran. Al principio era gente de la comunidad boliviana, ahora llegan de todos lados”.
Se puede decir que el perfil del feriante es variopinto, ya no es sólo el comerciante propiamente dicho, sino también aquellos que quieren hacer una diferencia para llegar a fin de mes. O los que quedaron fuera del sistema laboral y que durante la semana tienen otro trabajo e incluso oficio o profesión.
“La verdad es que es una alternativa diferente para las familias que estamos buscando una opción al mercado formal que por ahí nos encontramos afuera. Y aquí podemos desarrollar nuestro emprendimiento”, dijo Carlos, que junto a su familia atiende un kiosco y un puesto de productos gourmet.
Cheikh Diop es un joven senegalés que vende bijouterie y accesorios en un local en Maipú. Pero los fines de semana se va a Ugarteche. “Llegué en 2012 a la Argentina. La mercadería la compro en Buenos Aires cada 15 días. Este es mi único trabajo y a fin de mes es muy difícil tener buenas ventas”.

Yolanda tiene su puesto en la Feria de la Nuevo y de lo Usado.
Yolanda vende manteles, cortinas, y otros productos en su puesto de la Feria de lo Nuevo y lo Usado. Está jubilada pero asegura que no le alcanza con lo que cobra ni para los remedios: “Si venimos el día sábado pagamos sólo $15 mil por los dos días. Si no, $30 mil. Yo duermo acá en el puesto para ahorrarme el remís. A veces no queda ganancia ni para pagar el puesto”, nos cuenta con mucha tristeza en la voz.
En Ugarteche nos cruzamos con dos jubiladas que todos los fines de semana llevan ropa usada para vender: “La situación está mala para todos. Yo soy jubilada y no me alcanza. Vengo todos los sábados a las 6 de la mañana y me quedo hasta las 7 de la tarde para ver si hago unos pesos”.
Pocas regulaciones y el debate por la procedencia de la mercadería
La gran mayoría de las mercaderías nuevas que se venden en las ferias populares en general son las llamadas piratas, truchas o de imitación.
En estos espacios de consumo, la ilegalidad es también una de las características por la dudosa procedencia de la mercadería. Las ferias se nos presentan como un conjunto de la economía oculta por no estar dentro de los parámetros del sistema formal.
Adriana, una vendedora de zapatillas de imitación, contó que la mercadería la trae de Bolivia y Chile.
-¿Y cómo hacen para pasar toda esa mercadería?, le pregunté
-Como hacen todos, no hay nadie que se maneje de manera legal. Acá no se factura nada. Un par de zapatillas de imitación puede costar 30 mil pesos, en un local más porque pagan impuestos y las traen de los mismos lugares que nosotros.
Gerardo, un vendedor de productos de electrónica, admitió que su mercadería es de Chile. “No he tenido problemas, porque no traemos mucho. No es una comercialización exagerada como para pagar algún impuesto”.
Sin profundizar en la discusión sobre qué es legal o ilegal o qué está bien o mal, esto denota algo más problemático que tiene que ver con la distribución desigual de la riqueza.

Hay que buscar precios en las ferias populares.
La Salada de Santa Rosa: la opción de los comerciantes de Mendoza y de otras provincias vecinas para surtirse de mercadería
La feria Megapolo La Salada de Santa Rosa fue inaugurada en 2013 sobre la Ruta 7. En 2017 se habilitaron 570 locales de material con techo de chapa.
Es una réplica, más chica, de la megaferia de Ingeniero Budge, en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, que funciona desde 1991, donde es una referencia para quienes buscan precios accesibles y sobre todo mercadería al por mayor. La de Buenos Aires es considerada la feria más grande de Latinoamérica. Los productos que se venden son imitaciones de marcas reconocidas que se fabrican en talleres clandestinos, aunque también se comercializan artículos hechos en fábricas legales, con o sin etiqueta.
A La Salada de Mendoza llegan cada viernes varios colectivos con comerciantes de Buenos Aires, algunos fabricantes, que empiezan a vender entre las 22 o 23 del viernes hasta las 5 de la tarde del sábado. En una tarea titánica arman y desarman sus puestos cada fin de semana, mientras descansan entre venta y venta.
Cada fin de semana se habilitan entre 500 y 510 puestos en el que cada vendedor paga 60 mil pesos por el espacio. A diferencia de las otras ferias que visitamos no hay artículos o ropa usada, sino que todos los productos son nuevos. Hay mayoritariamente indumentaria para todas las edades pero también bazar, electrónica y hasta algunas artesanías.
Entre el 70% y el 80 por ciento de los puestos son atendidos por comerciantes de Buenos Aires que proveerán al por mayor a otros vendedores que llegan a comprar durante la madrugada del sábado desde San Luis, Neuquén, Córdoba, La Pampa, San Juan, incluso de provincias más alejadas como Salta, Formosa y por supuesto Mendoza, para abastecer a los persas u otros comercios.
Algunos consideran que el fenómeno Chile ha hecho mella en las ventas, mientras que otros lo atribuyen a que las bajas se deben a que la gente no tiene plata.
“Aquí a Santa Rosa llegamos de Buenos Aires al mediodía y abrimos a las 23.30 porque estamos todo el día ordenando el puesto. Vendemos al por mayor a los comerciantes que llegan de varios lugares. Desde hace un tiempo las ventas han bajado pero se vende algo todavía. Ya no es la misma cantidad de ventas que hace 4 años”, relató Luz, una comerciante de ropa de blanco
María, una vendedora peruana que vive en Buenos Aires, contó que trabajan a full toda la noche. “En la tarde del sábado me vuelvo. Antes nos quedábamos hasta el domingo, pero ha caído la concurrencia ese día. Vendo al por mayor y menor. Tengo productos de algodón nacional y conjuntos de Bolivia. Una amiga me compra y me manda la mercadería de allá”.
Milagros es fabricante de lencería y viaja cada fin de semana con sus hermanos que también arman su lugar de venta. La familia también comercializa sus productos en La Salada de Buenos Aires. “Todos los precios que tenemos acá son los mismos que los de Buenos Aires porque somos fabricantes”, detalló.
Conversamos con clientes de otras provincias, por ejemplo una pareja que tiene un negocio de plásticos en Villa Mercedes y se había provisto de vasos térmicos y grandes botellas de moda para el agua. “Nos conviene venir acá a comprar y no viajar a Chile o a Buenos Aires”, relataron.
Mari, una cliente habitual de La Salada, es vendedora ambulante en Fray Luis Beltrán. Compró unas sábanas por 7 mil pesos, pero las venderá a 30 mil en la zona. “Compro lo que es sábanas, medias, ropa interior. Tengo amigas que viajan a Chile y no hay mucha diferencia de precio porque entre el pasaje y todo el gasto de traslado, conviene venir acá”.

Alejandro Castillo administra La Salada en Santa Rosa.
Las detenciones que dejó La Salada
La Salada de Santa Rosa es administrada por Alejandro Castillo, el hermano de Jorge, quién se hizo muy conocido en la provincia.
“Tenemos todo al día, el dueño está en Buenos Aires, mi hermano Jorge. Tuvimos un control de baños, sectores de comida, matafuegos, emergencias, enfermería y no nos hicieron ningún acta”, se apuró a decir Castillo.
Jorge Castillo, quien supo ser la cara visible de La Salada, fue detenido en 2017 acusado junto a sus dos socios de evadir $490 millones al fisco. Hoy espera el juicio oral en prisión domiciliaria. Castillo tiene patentadas 23 marcas, la mayoría de ropa, 14 empresas y además era el accionista mayoritario de la Feria Punta Mogotes, de la que fue desplazado.
El Megapolo de Santa Rosa tampoco estuvo exento de escándalos. La falta de controles del municipio dirigido por el entonces jefe comunal Sergio Salgado llevaron al ex intendente a la cárcel. La Corte Suprema ratificó en agosto del 2024 la condena de Salgado a 5 años de prisión por malversación de fondos por La Salada.
Castillo y Salgado habían llegado a un acuerdo para que el empresario no pagara tasas municipales y a cambio el municipio se quedaba con el dinero recaudado en la playa de estacionamiento. Era un convenio informal, ya que el dinero nunca entró a las arcas oficiales.
Con la detención de Castillo, se pensó que La Saladita de Santa Rosa tenía los días contados. Pero las distintas administraciones han ido exigiendo la documentación que se adeudaba. Incluso ha sido objeto de controles de la Administración Tributaria Mendoza (ATM) y varias inspecciones municipales.
En febrero de 2023 ATM realizó un operativo de control de facturación, donde se detectó que varios puestos no estaban inscriptos ni tributaban.
La Salada de Buenos Aires estuvo durante años envuelta en polémicas y acusaciones de falsificación de productos, evasión fiscal y explotación laboral. A pesar de esto, sigue siendo un importante punto de venta para muchos comerciantes y consumidores.
Como pudimos observar, La Salada de Mendoza sigue siendo una opción más económica para los comerciantes que buscan mercadería sin tener que viajar a Chile o a Buenos Aires. Y también para los que quieren renovar algunas prendas a bajo costo.
Los consumidores de las ferias: entrelazando culturas
Al igual que el feriante, el consumidor es diverso. Hasta hace un tiempo el consumidor promedio era un sujeto de ingresos medios y bajos proveniente del sector de la economía popular (amas de casa, trabajadores domésticos, asalariados no formalizados, obreros, comerciantes); pero en el último tiempo se han sumado a la experiencia profesionales o trabajadores en relación de dependencia que buscan encontrar algún producto de buena calidad a bajo precio aunque no sea original.
La reventa de productos industriales o usados 30% o 40 % más económicos que en un comercio tradicional acerca masivamente al consumidor que busca darles rendimiento a sus ingresos. Y es que las ferias habilitan una particular forma de acceso a bienes y servicios a bajo costo permitiendo la inclusión social de los sectores más perjudicados justamente a través del consumo popular.

Foto: UNO / Cristián Lozano
La construcción identitaria que se desarrolla en las ferias en general no es una experiencia esporádica ni de tránsito, sino consolidada y por el desplazamiento de una gran proporción de la población del mercado formal en las últimas décadas. Por eso hablamos de economía en la sombra, lo que no significa que este trabajo no sea legítimo ni válido.
En estas ferias se construyen subjetividades y modos de vinculación muy propias de la economía informal: arreglos económicos distintos a los que se da en la formalidad, reciprocidad, ayuda mutua, prácticas solidarias, normas y regulaciones colectivas basadas en su propia historia, sus propios intereses y necesidades.