El fuerte aumento de las exportaciones compensan una demanda interna que se mantiene insuficiente

La locomotora productiva del planeta resiste los cañonazos arancelarios del presidente estadounidense, Donald Trump. La economía China ha crecido en el segundo trimestre un 5,2% anualizado, según ha revelado este miércoles la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). El dato, que se encuentra ligeramente por encima de las previsiones de analistas especializados, coloca al gigante asiático, a pesar de las tormentas globales, en una posición favorable para lograr su objetivo oficial de crecimiento para el conjunto del año, fijado “en torno al 5%”, igual que el logrado en 2024.

Los efectos de la guerra comercial y la incertidumbre en los mercados apenas han dejado huella en los últimos meses, a juzgar por las estadísticas. El aumento del PIB en el segundo trimestre, en el que se han concentrado los golpes y contragolpes de la batalla comercial entre la primera y la segunda economía del planeta, ha sido dos décimas inferior al del primer trimestre, que fue del 5,4%. En los seis primeros meses, el crecimiento ha sido del 5,3%.
“La economía nacional resistió la presión y estuvo a la altura del desafío”, ha señalado este martes, en una comparecencia, Sheng Laiyun, subdirector de la ONE, que ha hecho referencia a un entorno internacional “complejo y cambiante”, un orden económico global que “ha sufrido un duro golpe” y al aumento de “la inestabilidad y la incertidumbre”.
Ante este sombrío panorama, ha añadido, la economía china “ha mantenido una tendencia de desarrollo estable y positiva”. Sheng también ha hecho referencia a la implementación de políticas macroeconómicas “más proactivas y efectivas”, con las que las autoridades comunistas tratan en los últimos meses de reanimar el demanda interna rezagada por la ralentización del sector inmobiliario.
El fuerte crecimiento de las exportaciones (que han repuntado un 7,2%) y la caída de las importaciones (disminución del 2,7%) explican en buena medida los resultados. También muestran un desequilibrio de balanza comercial con el resto del mundo que sigue profundizándose.
La situación podría tensar aún más la relación con la Unión Europea ante la cumbre que se celebra en Pekín la semana que viene, y a la que tienen previsto asistir la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, y el del Consejo Europeo, António Costa. Bruselas acude sacudida también por la tormenta de Trump, con la intención de compensar un desequilibrio crónico con China, y temerosa de convertirse en el destino de los productos chinos que no puedan superar el muro arancelario de Estados Unidos.
En clave interna, en el primer semestre del año, la producción industrial ha mostrado un comportamiento robusto, creciendo al 6,4% interanual. Las ventas minoristas de bienes de consumo aumentaron un 5%, avivadas por una política estatal para reemplazar viejos electrodomésticos. Aun así, los precios han caído en el primer semestre un 0,1% interanual, reflejo de una demanda interna “insuficiente” (palabra usada por el citado subdirector de la ONE), que no termina de remontar. El zarpazo es especialmente pronunciado en los precios de producción industrial, que cayeron un 2,8 % anualizado.
Entre los indicadores, destaca la apuesta china por las manufacturas, con un crecimiento de la inversión del 7,5%, frente a la destinada al desarrollo inmobiliario, que disminuyó un 11,2%. El ladrillo sigue siendo un sector tóxico que contagia el humor de una parte de la población. Las ventas de casas han caído otro 5,5% en el primer semestre; aun así los precios de la vivienda han resistido, creciendo un exiguo 0,1% interanual.
La apuesta por los sectores punteros ha sido especialmente significativa, reflejo del rumbo que busca Pekín para navegar el futuro incierto: la inversión en servicios de información; aviación y fabricación de naves espaciales, y fabricación de equipos informáticos y de oficina aumentó un 37,4%,un 26,3% y un 21,5% interanual, respectivamente.
La capacidad de aguante de la gran fábrica del planeta ya había sido avanzada en la víspera, con la publicación de los datos de comercio internacional de China. Las exportaciones e importaciones del gigante asiático crecieron en junio un 5,2% interanual, reflejo de la tregua comercial sellada con Estados Unidos, y de la pulsión exportadora por parte de muchas empresas antes de que llegue, en agosto, el fin de esa pausa en la contienda arancelaria entre las dos superpotencias económicas.
Las exportaciones globales mostraron buenos resultados en el primer semestre, gracias a las ventas destinadas a mercados emergentes del sudeste asiático, Asia Central y África. Pero las dentelladas del muro tarifario de Washington son profundas. En el primero semestre, el comercio bilateral con Estados Unidos cayó un 9,3% interanual, y llegó a desplomarse un 20,8% interanual en el segundo trimestre. El punto álgido de la batalla entre Estados Unidos y China fue el mes de abril, cuando ambos países llegaron a dispararse con impuestos estratosféricos a sus productos del 145% y del 125% respectivamente, lo que equivalía a un embargo de facto.
Los datos “muestran que Trump aún no ha podido hacer mella en el crecimiento de China”, ha valorado en redes sociales Alicia García Herrero, economista jefa para Asia-Pacífico del banco de inversión Natixis. “La segunda mitad [del año] será más cuesta arriba pero, aun así, China podría terminar el año cerca de su objetivo del 5%”.