Savian Fertilizantes apuesta al desarrollo agrícola sostenible desde la provincia, combinando ciencia, minería y naturaleza para mejorar cultivos locales y de exportación.

En Mendoza se produce fertilizante de origen orgánico a partir de minerales, una combinación innovadora que une ciencia, naturaleza y tecnología. Aunque suele creerse que lo orgánico está reñido con lo mineral, algunas sustancias extraídas de la tierra permiten desarrollar soluciones nutritivas para el agro que respetan el suelo y mejoran la eficiencia productiva. 

Se entrevistó a Juan Violino, titular de Savian Fertilizantes una empresa mendocina que produce insumos agrícolas de base orgánica a partir de minerales. El empresario explicó cómo trabajan para mejorar los suelos locales y enfrentar desafíos agrícolas con innovación científica y compromiso ambiental. 

El titular detalló que los fertilizantes desarrollados se basan en nutrientes minerales como fósforo, potasio y magnesio, necesarios para las plantas y extraídos mediante procesos responsables. “No hay una pelea entre minería y agricultura. De hecho, un cultivo también extrae minerales del suelo, y hay que reponerlos”, afirmó.

Juan Violino, representante de Savian Fertilizantes.

Una de las claves de la tecnología que utilizan es la leonardita, un mineral de origen orgánico con 75 millones de años, que mejora la disponibilidad de nutrientes en el suelo gracias a sus cargas eléctricas. Combinada con sustancias húmicas y fúlvicas, permite una mayor eficiencia sin saturar la tierra con sales.

La empresa trabaja en conjunto con una empresa cordobesa quedesarrolla microorganismos para la agricultura, lo que permite enfrentar problemas como los hongos de la madera en frutos secos, la salinidad del suelo o el estrés oxidativo en cultivos como ajo y cebolla tras una helada.

“Queremos que el productor logre cultivos de mejor calidad y pueda competir en el mercado externo, incluso en condiciones adversas”, señaló Violino. Uno de los desarrollos en curso busca solucionar la parálisis serosa en el ajo, que afecta la calidad en exportación y puede hacer perder mercados como Estados Unidos o China.

En cuanto a la situación del INTA, Violino opinó que se ha perdido el foco: “Hay profesionales valiosísimos, pero la política desvió el rumbo hacia la agricultura familiar y se desatendieron problemas productivos clave. Si el Estado deja de poner trabas, el sector privado puede incorporar ese talento y generar desarrollo”.

La empresa también trabaja en temas de fisiología vegetal y en nuevas moléculas para el manejo de estrés en plantas. En Mendoza, por ejemplo, buscan recuperar suelos salinos para habilitar zonas hoy no cultivables.

Respecto a la pérdida de sabor en el tomate mendocino, explicó que el problema está en la demanda: “El mercado pide tomates que lleguen firmes a Buenos Aires, no necesariamente con sabor. Cuando el consumidor lo exija, volverán las variedades con más gusto”.

En cuanto a la situación actual Violino contó “este año ampliamos el equipo con ingenieros agrónomos, sumamos vehículos y formamos un área de investigación y desarrollo. Incluso incorporamos a una persona del CONICET para trabajar con nosotros”.  Y concluyó: “Nuestra apuesta es generar valor y tecnología desde Mendoza para el mundo”.

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