La suspensión de retenciones aceleró las liquidaciones, pero abrió un debate sobre su impacto real y la necesidad de cambios estructurales.

El campo volvió a demostrar su peso en la economía argentina. En septiembre, la agroexportación ingresó u$s7.107 millones, una cifra que se convirtió en el segundo mejor registro de la historia para este mes, solo superado por septiembre de 2022, cuando el “dólar soja” impulsado por Sergio Massa había generado u$s8.120 millones.
La magnitud del dato es contundente: representa un incremento del 291% frente a agosto de 2025 y una mejora del 187% en comparación con septiembre de 2024. En lo que va del año, el sector acumula u$s28.447 millones, lo que significa un 35% más que en igual período del año pasado, consolidando su rol como principal generador de divisas para el país.
Vale recordar que el Decreto 682/2025, firmado por el presidente Javier Milei, suspendió de manera temporal los derechos de exportación al complejo cerealero y oleaginoso. La medida fijaba un plazo hasta el 31 de octubre o un cupo de u$s7.000 millones en ventas registradas mediante las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE), lo que ocurriera primero.
Ese tope se alcanzó en apenas tres días hábiles, lo que refleja la magnitud de la mercadería que aguardaba en los silos. Los exportadores debieron liquidar el 90% de las divisas en un plazo máximo de 72 horas posteriores a la DJVE, lo que aceleró el flujo de dólares hacia el Banco Central en un contexto de volatilidad cambiaria.
En cuanto a este punto, el presidente de Ciara-CEC, Gustavo Idígoras, celebró el desempeño y remarcó que “el agro le dio a la Argentina más de 35% de dólares adicionales respecto del año pasado”. Sin embargo, también insistió en la necesidad de avanzar hacia una eliminación definitiva de las retenciones, comenzando por la soja, el cultivo que más dólares genera y que sostiene gran parte de la industria agroalimentaria.
Desde la entidad informaron que el total de divisas ingresadas por las retenciones cero alcanzó la suma de u$s6.300 millones, según informaron las empresas agroexportadoras asociadas a ambas cámaras.
En las últimas horas, el propio presidente Javier Milei defendió la medida señalando que los productores se beneficiaron porque la soja pasó de u$s295 a u$s350 la tonelada en esos días de vigencia de retenciones cero. No obstante, voces del sector advirtieron que el beneficio se concentró en las grandes exportadoras, que cuentan con capacidad financiera y logística para registrar operaciones en tiempo récord, mientras que muchos productores pequeños quedaron fuera del esquema.
Impacto en el mercado: la mirada de la Sociedad Rural
Según datos relevados por SIO GRANOS y A3, entre el lunes 22 y el martes 30 de septiembre se alcanzó un volumen comercializado de 19 millones de toneladas. De ese total, 11,6 millones de toneladas se negociaron en el mercado físico y 7,4 millones de toneladas a través de contratos a término.
La Sociedad Rural Argentina (SRA) analizó estos números y sostuvo que la medida efectivamente generó una mejora en los precios al productor, tanto en el mercado físico como en los contratos a futuro. Sin embargo, advirtió que esas mejoras nunca llegaron a equiparar la capacidad de compra teórica, lo que refleja que el beneficio no fue pleno para los productores.
El planteo de la entidad apunta a un punto central: la suspensión de las retenciones permitió un salto en la comercialización y en los precios, pero no modificó la relación de fuerzas del mercado. En consecuencia, los productores no recibieron el total del beneficio esperado, mientras que los exportadores pudieron capitalizar con mayor rapidez el esquema.
Al agotarse el cupo, las retenciones volvieron a sus niveles previos: 26% para la soja, 24,5% para harina y aceite de soja, 12% para trigo y 9,5% para maíz. En paralelo, el Gobierno ratificó que mantendrá hasta fines de octubre la eliminación de retenciones para las exportaciones de carne vacuna y aviar, sin límite de cupo.
Ante este panorama, muchos analistas se preguntan si sirven estas medidas temporales, que son aceptadas a regañadientes porque en realidad todo el entramado productivo persigue un único fin que es la eliminación total y definitiva de los derechos de exportación. Y eso mismo es lo que el Gobierno pretende, pero para transitar ese camino debe lidiar con los embates de la política económica (y los períodos electorales cada 2 años) típicos de la Argentina moderna, donde el precio del dólar y otros indicadores como el riesgo país actúan como disparadores de otro tipo de decisiones que se deben tomar sin previo análisis, donde (afortunadamente para la economía) el campo se pone al frente y los exportadores aparecen para adelantar las divisas que el Gobierno necesita. Hoy la historia se mira con un mercado mucho mas calmo si lo comparamos con el ritmo vertiginoso que marcó la agenda durante la semana pasada y eso también debe ser contemplado, por los productores rurales y también por quienes no tienen un vínculo con el agro.
El ingreso récord de septiembre dejó en claro que el agro sigue siendo la llave de los dólares en la Argentina. El desafío es transformar este tipo de picos coyunturales en una política sostenida que permita al campo crecer sin frenos y al Estado asegurar estabilidad fiscal sin depender de parches temporales. Para viajar hacia ese objetivo, la agroindustria pide reglas claras, baja permanente de impuestos y una visión de largo plazo. El Gobierno, en tanto, busca equilibrar urgencias fiscales y financieras. En el medio, aparecen los productores, que mientras luchan con las armas que proporciona la ley de oferta y demanda buscan capturar un mejor precio por su producción. Ese capítulo aún se esta escribiendo, pero por ahora todos recordarán el pasado mes de septiembre como un episodio más en los que el campo fue protagonista de la economía.