Un análisis de consumidores europeos destapa graves riesgos en productos de Shein y Temu, desde juguetes con piezas que provocan asfixia a cargadores que pueden arder o electrocutar, abriendo un debate sobre la seguridad de estas plataforma

La web china Temu
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La respuesta de los gigantes chinos del comercio electrónico ante una grave crisis de seguridad no ha podido ser más distinta. Mientras que Shein ha reaccionado con celeridad, comprometiéndose a retirar los productos peligrosos y a contactar con los clientes afectados, Temu ha optado por el silencio. Una reacción desigual y reveladora que pone de manifiesto las diferentes políticas de ambas compañías frente a un problema que afecta directamente a la seguridad de millones de consumidores en Europa.

De hecho, el origen de esta situación se encuentra en los alarmantes resultados de una investigación a escala europea llevada a cabo por cuatro asociaciones de consumidores de Francia, Bélgica, Alemania y Dinamarca. El estudio se centró en analizar la seguridad de artículos de uso cotidiano, como cargadores y juguetes, vendidos por terceros a través de estas populares plataformas. Las conclusiones, contundentes, destapan deficiencias muy graves en el control de calidad de estos productos.

En este sentido, los dispositivos eléctricos analizados suponen una amenaza directa. De los 54 cargadores USB puestos a prueba, una parte considerable presentaba un riesgo de incendio y quemaduras para los usuarios. El caso más extremo detectado fue el de un cargador que alcanzó los 102 grados centígrados durante los ensayos de laboratorio, pulverizando el límite de seguridad de 87 grados que establece la normativa comunitaria.

Juguetes infantiles en el punto de mira

Asimismo, la seguridad de los más pequeños es uno de los puntos más preocupantes del informe. La mitad de los 54 juguetes analizados presentaban piezas que se desprendían con una facilidad pasmosa, lo que constituye un claro peligro de asfixia. A esto se añade que aquellos artículos que funcionaban con pilas disponían de compartimentos para las baterías que podían abrirse sin apenas esfuerzo, dejando estos componentes tóxicos al alcance de los niños.

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