Ambos países profundizaron el vínculo hasta 2015, cuando Macri limitó el lazo al aspecto comercial. La guerra con Ucrania redujo las exportaciones, mientras que Moscú apuesta a la autosuficiencia.

Vladimir Putin considera a Javier Milei un presidente peculiar.
Vladimir Putin considera a Javier Milei un presidente peculiar.

Enviada especial a Moscú.- Políticamente, la relación entre Argentina y Rusia atraviesa uno de sus momentos más tensos desde el comienzo de los vínculos diplomáticos. La postura argentina frente al conflicto con Ucrania y el alineamiento con Estados Unidos e Israel, sumado al peso del FMI en las decisiones de política económica, enfriaron la relación bilateral.

De hecho, una fuente con conocimiento del vínculo entre ambos países asegura que está “en el mínimo nivel de lo formal”, y por eso el embajador argentino en Rusia, Enrique Ignacio Ferrer Vieyra, sostiene bajo perfil público. Sin embargo, el vínculo comercial sobrevive, pero académicos advierten que el conflicto geopolítico detuvo inversiones vinculadas a sectores estratégicos.

Previo al endurecimiento de las sanciones y a la caída de las inversiones, el comercio bilateral rondaba los u$s 1.000 millones de dólares anuales. En 2021 exportó una cifra aún menor, de alrededor de u$s400 millones y en 2020 lo mismo.

La imprecisión en los datos se debe a que, con las sanciones y los bloqueos económicos, comerciales y financieros a Rusia, las empresas argentinas tuvieron dificultades para profundizar un vínculo comercial con el país. A su vez, la tercerización del comercio para aquellos países que decidieron mantener puentes dificulta la obtención de cifras concretos.

Argentina-Rusia: comercio débil, pero con oportunidades de crecimiento

Las exportaciones argentinas siguen dominadas por soja y carnes, incluido el cerdo, aunque surgen oportunidades en maquinaria agrícola y biotecnología veterinaria, sobre todo por parte de la provincia de Córdoba, donde hay empresas interesadas en exportar vacunas para animales.

Rusia, igualmente, impulsa una política de sustitución de importaciones para lograr soberanía alimentaria y tecnológica, lo que restringe el margen de expansión comercial:

“No es un destino maravilloso para vender, porque muchas cosas ya las producen. Producen casi todo en materia de infraestructura”, admite una fuente de alto rango, en diálogo con Ámbito.

En el frente logístico, las sanciones dejaron secuelas que también condicionan el comercio. Paradójicamente, Rusia está preparada para la construcción de astilleros, pero se quedó sin flota propia, porque dependía en su mayoría de origen occidental, y ahora depende de triangulaciones para sostener las relaciones comerciales.

Respecto de la conexión con Argentina, explican en Moscú a este medio que existe una conexión directa entre Puerto Campana y San Petersburgo que permite despachar productos argentinos en apenas tres semanas.

El canal marítimo motiva la profundización de lazos con empresas rusas que buscan nuevos proveedores. Por ejemplo, proveedores de merluza de Canadá o Estados Unidos, fueron reemplazados por argentinos, o lo mismo sucede con el vino malbec, que pagan un arancel del 12,5% al entrar a Rusia, la mitad de lo que pagan los vinos europeos o californianos.

“Para los rusos, hay dos tipos de países: los que están en una lista de países hostiles porque aplican sanciones y los que no”, describen en Moscú. En el Kremlin trazan dos líneas rojas que no hay que cruzar para evitar pasar de lista. La primera es no aplicar sanciones contra los rusos. La segunda, no brindar asistencia militar a Ucrania.

“Si vos no haces eso, ellos te consideran amigos, aunque es mejor hablar de países no hostiles, porque no hay que entenderse amigos de Rusia actualmente”, admite una fuente vinculada al comercio exterior.

Un dato al respecto: en 2024, Miguel Palacio, director de la Biblioteca de Literatura Extranjera, viajó a la argentina para un evento cultural, en el que participó Milei. Lo saludó y le dijo: “Ven a Moscú”. “Con mucho gusto”, respondió Milei, pero nunca activó el encuentro.

Inversiones y obras, condicionadas por la geopolítica

Bajo la administración anterior, presidida por Alberto Fernández, la agenda bilateral incluía proyectos de infraestructura compartidos, así como también de energía y minería. Sin embargo, dos motivos paralizaron estas posibilidades: el cambio de Gobierno y su respaldo a Ucrania en el conflicto bélico, y el acuerdo con el FMI firmado por el ex ministro de Economía, Martín Guzmán.

“Íbamos a avanzar en asociar empresas y financiar obras de infraestructura, pero con la tutela del FMI en el medio, Alberto le tenía pánico a un entendimiento con Rusia”, recuerdan funcionarios que participaron de las conversaciones.

Milei tuvo su reunión con Trump, no tan positiva como hubiera deseado, pero al menos se lleva algunas fotos. Para el mercado financiero, en cambio, todo terminó en una desilusión, donde el Gobierno tuvo gran culpa.
Milei tuvo su reunión con Trump, no tan positiva como hubiera deseado, pero al menos se lleva algunas fotos. Para el mercado financiero, en cambio, todo terminó en una desilusión, donde el Gobierno tuvo gran culpa.

La mirada rusa sobre la economía argentina

Por otro lado, desde el plano académico se advierte prudencia respecto del vínculo bilateral y del programa económico argentino. El historiador Dimitri Rozental, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia de Ciencias de Rusia (ILA RAS), destacó que las sanciones limitan la cooperación con Latinoamérica, pero que los precios argentinos en dólares encarecen las oportunidades de comercio.

“Para nosotros es muy importante desarrollar nuestro propio sistema industrial, y para eso necesitamos cooperar con colegas de países como Brasil o Argentina. Pero las sanciones pueden limitar esas posibilidades”, explicó Rozental a Ámbito.

El investigador recordó que Rusia tuvo participación en obras de infraestructura eléctrica en Argentina y señaló que existen nichos en alimentos, aunque con dificultades de precios. “Podemos comprar carne argentina, pero es muy cara. Para nosotros es más fácil importar de Brasil o Paraguay. Aun así, hay interés en los productos argentinos si se logra un esquema competitivo”, agregó.

A su vez, el académico analizó además el programa económico del presidente Javier Milei en clave comparativa: “Las reformas son parecidas a las de los años noventa. En ese entonces las tiendas estaban vacías y el salario era bajo. Fue doloroso. La idea es estabilizar, pero los costos recaen sobre quienes trabajan en el Estado, los científicos, los investigadores. Es duro. En mi opinión, Argentina no necesita cirugía, sino terapia”, dice Rozental.

¿Cuál es la imagen de Milei en Rusia?

Desde que Javier Milei llegó a la Casa Rosada, el contacto con Vladimir Putin fue mínimo. El 20 de noviembre de 2023, el presidente ruso envió un mensaje de felicitación destacando las “buenas tradiciones de amistad y respeto mutuo” y expresando su deseo de mantener un “diálogo constructivo” con Buenos Aires. Milei respondió ratificando su apoyo a Ucrania y su alineamiento con Estados Unidos e Israel.

Un mes después, Putin advirtió en medios de comunicación que la dolarización que propone el Presidente argentino implicaría una “pérdida importante de soberanía”, aunque no tuvo respuesta oficial.

En junio de este año, el embajador ruso en Buenos Aires, Dimitri Feoktistov, reconoció que el vínculo bilateral está “congelado” desde el inicio del conflicto bélico.

A ello se sumó el reclamo del Kremlin por las declaraciones de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, sobre presuntos “servicios de inteligencia rusos” involucrados en la filtración de audios de Casa Rosada por el caso ANDIS, lo que implicó la aclaración sobre sus dichos por parte de la Embajada de Argentina en Rusia.

La última señal de distensión llegó en septiembre, cuando el titular de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Rafael Grossi, reveló que Putin considera a Milei “un líder atípico” pero con “medidas económicas razonables”.

“Es un presidente particular, pero con políticas consistentes”, sintetizan en diálogo con este medio.

También es cierto que en la capital rusa siguieron con atención las elecciones legislativas del 26 de octubre, consideradas una prueba de estabilidad política, que el Gobierno parece haber superado con más del 40% de los votos. “Ven con buenos ojos la estabilización macroeconómica y siguen atentos a si ese rumbo puede sostenerse”, remarcaron fuentes locales.

De lo contrario, advierten, podría repetirse el caso Macri: las inversiones no llegarán si el mercado duda de la sustentabilidad política del programa.

Desde la firma de acuerdos estratégicos al rechazo de los BRICS: cómo fue la relación con Rusia en los últimos 20 años

Durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Kirchner (2003-2015) se firmaron dos asociaciones estratégicas con Rusia. En 2008 se firmó el primer acuerdo y en 2009 Dimitri Medvedev, expresidente de Rusia, visitó Buenos Aires: fue la primera visita de un mandatario ruso en más de un siglo. En 2011 se firmó un plan de acción y, en 2014, la visita de Cristina al país soviético elevó esa asociación al rango de asociación estratégica integral en 2015.

“Lo más importante al abordar el vínculo de Argentina con Rusia no es lo comercial, que de por sí es insignificante, sino lo estratégico. Para un país del Sur Global como Argentina, con capacidades en sectores críticos como el nuclear o el aeroespacial, cooperar con una potencia tecnológica como Rusia en energía, energía nuclear o cooperación científico-técnica puede ser muy provechoso”, explica Salvador Scarpino, licenciado en Relaciones Internacionales.

Después de 2015, el vínculo estratégico pierde densidad política y pasa a centrarse casi exclusivamente en lo comercial. “Con Macri hubo un reposicionamiento de Argentina bajo la influencia del eje euroatlántico y en detrimento de China y Rusia. Eso frena proyectos como Chihuido, que fue trabado hasta que Rusia se retiró, y ocurrió lo mismo con varios acuerdos chinos.”, rememora el especialista.

El vínculo estratégico con Brasil desde los años 90 vía Mercosur; la asociación estratégica con China en 2004 y elevación a integral en 2010; lo mismo con Rusia y la asociación estratégica con India en 2019, desemboca en la invitación a ingresar a los BRICS en 2023, explica Scarpino. Invitación que el actual gobierno argentino rechazó inmediatamente después de asumir.

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