El Xeneize se despidió en dieciseisavos de final al perder en Santiago del Estero por 2-1 frente al Decano con goles de Ferreira y Bajamich. En el descuento marcó Cavani para los de Russo, que sigue sin ganar y recibió otro cachetazo.

La crisis en Boca es un loop interminable, que no reconoce de treguas, que fagocita figuras, idolatrías y trayectorias, que se alimenta de los malos resultados y de las espantosas decisiones de la dirigencia, a esta altura con una inocultable responsabilidad en un proceso degenerativo que no encuentra piso. La última vez que Boca ganó el entrenador era Fernando Gago, un mal chiste que no necesita remate, pero ni siquiera lo que vino después salva la figura del ex entrenador, partícipe necesario de esta debacle que ya forma parte de la vitrina de la vergüenza: con 10 partidos sin ganar, este equipo iguala la peor racha de la historia, y ni siquiera eso es lo más grave de todo esto.

Boca no encuentra el rumbo (Foto Fede Chara).Boca no encuentra el rumbo (Foto Fede Chara).

En este Boca que se hunde como el Titanic no hay salvavidas para nadie. Desde Riquelme y su aura manchada, pasando por un plantel que él mismo armó y a esta altura cuesta defender en su conformación general, pasando por un Miguel Russo que no pudo, con su sabiduría cansada, torcer el rumbo del equipo, pasando por figuras que cuesta reconocer (Cavani a la cabeza y con luces led) y un conjunto de futbolistas a quienes la camiseta les queda grande, pesada, fuera de escala. Hasta Paredes, el campeón del mundo que llegó con su título de campeón del mundo bajo el brazo, que vino con la misión de darle al equipo esa chispa, ese salto de calidad que le dé un nuevo comienzo, rápidamente se contagió de la malaria general, y en lugar de contagiar él de salud a los demás, en dos partidos se agarró la peste de la negatividad endémica.

Si Paredes no tiene vela en este entierro, porque acaba de llegar, tampoco hay mucho que reprocharle a Merentiel, que se iluminó un ratito en el primer tiempo y casi hace un gol, le dejó una chance clara a Cavani, otra a Almirón y que armó la jugada del descuento, en una verdadera paradoja: el gol de Edinson fue la última jugada del partido.

En el resto de la noche Boca fue lo que fue en todo este largo proceso de deterioro. Con voluntad intermitente, sin ambición, sin calidad en la generación de juego, con falta de soluciones colectivas, con poco desequilibrio individual, que acabó siendo superado por un equipo como Atlético Tucumán que le ganó con un poco de solidez, algo de astucia y total convencimiento, algo que el equipo de Russo nunca tuvo.

El festejo del Decano (Foto Fede Chara).El festejo del Decano (Foto Fede Chara).

Boca, en su conjunto, está en seria revisión. Ya son suficiente las pruebas, las señales, de que esta forma de conducción (deportiva, institucional también) está agotada. ¿Será capaz Riquelme de modificar el rumbo, de apoyarse en otra gente que lo asesore mejor? Difícil, pero no le queda otro camino que cambiar drásticamente, porque políticamente ya no lo sostiene su idolatría, porque hace cinco años que la viene pifiando. Se le acaba de ir otra chance de clasificarse a la Copa Libertadores 2026. Van para tres años sin títulos, y tres años seguidos sin Libertadores sería no ya un fracaso, sino una catástrofe. Acaso, tal vez, ya sea tarde…

Cavani sigue acumulando goles errados para los noticieros, Ander Herrera vive en la camilla, Rojo se entrena solo, Velasco no es el jugador que fueron a buscar y pagaron lo que pagaron, Chiquito Romero es un jubilado de privilegio, Carlos Palacios habla más de por qué no se entrena que de los goles que hace. El resto, sacando a Merentiel, parece no estar a la altura. Y nada, pero nada, parece funcionar. Y mientras tanto Boca colecciona papelones. Toca fondo con Alianza Lima, y lo vuelve a tocar en el superclásico, y otra vez contra Independiente, y rompe el piso contra Auckland City y anoche viste de héroe a los tucumanos.

Y en seis partidos, Russo puso su trayectoria en el paño de la crisis. Evidentemente, a Miguelo se lo lleva puesto el momento, porque el equipo que puso anoche es difícil de defender y de explicar. Porque Cavani no estaba para jugar de entrada, porque Fabra ya está, porque Braida no se sabe a qué juega, porque Paredes no puede ser volante tapón, porque con dos nueve nadie jugó por los costados. Pero está claro que no alcanza con cambiar al técnico, en definitiva un fusible. Lo que saltó acá fueron los tapones del Kremlin de EzeizaY lo peor es que no hay nadie que tenga la receta para salir de semejante oscuridad.

Otra durísima derrota de Boca (Fotobaires).

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