Tras casi 20 años de dominio de la izquierda, Bolivia va a elecciones con el MAS fracturado y Evo Morales corrido del poder. Con la oposición también partida, el país está a las puertas de un inédito balotaje. “La crisis económica nos cambió la vida”, se quejan en las colas eternas para cargar nafta. Incertidumbre por la gobernabilidad de un país en llamas.

Bolivia - elecciones - AFP

La crisis en Bolivia dejó de ser una abstracción macroeconómica. Se convirtió en malhumor cotidiano. A las 9 de la noche de un martes en La Paz, Laura no encuentra aceite en la tienda Andy’s del barrio San Miguel. Ni de girasol ni de maiz. Hay un crater en la góndola donde deberían estar los envases. Sólo quedan dos frascos de oliva importados, pero con un pequeño detalle: quintuplican el precio del que ella suele consumir. Laura viene de recorrer dos mercados en los que tampoco consiguió. Mientras sale de Andy’s, llama a la madre y le avisa que continuará con la ronda nocturna en busca del insumo para cocinar.

Tras décadas de estabilidad, la inflación en Bolivia está disparada. Alcanzó el 24% interanual en junio, la más alta de los últimos 39 años. Existe una restricción a la compra de dólares a la cotización oficial de 7 pesos bolivianos. Las casas de cambio informales, por lo tanto, abundan en La Paz y las otras ciudades del país. Hay desde locales a la calle hasta puestos en la vereda administrados por mujeres con las típicas polleras bolivianas. Ahí el precio del dólar paralelo fluctúa entre 13 y 20 bolivianos.

El otro gran malestar diario es la escasez de combustible. La gente pierde horas en filas interminables para cargar nafta o diesel. Todo ese combo ocurre a una semana para que los casi 8 millones de bolivianos habilitados elijan a un nuevo presidente.

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