Desde estrategias de acompañamiento y retención a planes de finalización para trabajadores. Mendoza creció como el país en el nivel de egreso secundario y consolida sus políticas educativas.
En la última década, Mendoza ha mostrado una mejora sostenida en los niveles de egreso del nivel secundario. Así lo confirman los datos oficiales y los testimonios de las autoridades educativas, en línea con el informe de Argentinos por la Educación que el Post publicó la semana pasada y que revela un aumento generalizado en la cantidad de jóvenes que completan la secundaria en el país.
La provincia, según explicó Cecilia Páez, directora de Educación Secundaria, “ha logrado mantener la retención del 100%, es decir, que todos los estudiantes que ingresan al primer año permanecen hasta el quinto”.
No obstante, señaló que “el egreso efectivo -es decir, quienes obtienen su título en tiempo y forma- alcanza el 63,22%, mientras que con las instancias de acreditación de marzo, agosto y noviembre, el porcentaje se eleva al 74,21%”.
“Estamos muy conformes con esos números. Pero nuestro desafío es mejorar la terminalidad, que el 100% logre egresar”, sostuvo Páez. Entre los factores que aún inciden en el abandono o la demora, mencionó las dificultades académicas en materias troncales como Lengua y Matemática, los contextos socioeconómicos vulnerables, la movilidad territorial de las familias y los problemas emocionales y de salud mental pospandemia.

“La pandemia dejó huellas, pero también demostró la enorme capacidad de adaptación de los docentes y del sistema. En poco tiempo, el Gobierno escolar generó aulas virtuales para mantener el vínculo educativo. Fue un esfuerzo conjunto de docentes, padres y estudiantes”, subrayó la funcionaria.
De cara al futuro, Páez destacó la importancia de políticas basadas en evidencia, como el Plan Provincial Mendoza Mejora Aprendiendo Matemáticas y los censos de fluidez lectora y de Matemática, que buscan fortalecer los aprendizajes clave para sostener la terminalidad.
“Estamos convencidos de que la capacitación docente, el uso de tecnologías y la participación de las familias son pilares fundamentales”, agregó.
Por su parte, Érico Arias, director de Educación Permanente de Jóvenes y Adultos, aseguró que en su área también se percibe una tendencia ascendente. “El interés por terminar la secundaria se ha renovado. El año pasado teníamos 16.000 estudiantes en los CENS (Centros Educativos de Nivel Secundario), y hoy tenemos casi 20.000”, indicó.

Arias analizó que este crecimiento se dio por una combinación de políticas públicas y compromiso social: “Hay un cambio cultural, una valoración del esfuerzo y del estudio. Muchos adultos dicen ‘quiero terminar el secundario porque quiero que mi hijo también lo haga'”.
El funcionario destacó convenios con empresas privadas, bodegas, municipios y el Ministerio de Seguridad, que permiten a trabajadores cursar la secundaria dentro de sus ámbitos laborales. “Tenemos, por ejemplo, un convenio con 74 empresas de seguridad privada y casi 3.000 estudiantes en ese sector. En muchos casos, completar el secundario implica también una mejora salarial”, explicó.
Otro papel importante lo desempeñan los los CEBJA, que combinan la terminalidad secundaria con formación laboral. “Buscamos vincular la escuela con el mundo del trabajo. Cuando un estudiante aprende a hacer un currículum en Lengua o estudia Electricidad en Matemática, se motiva y ve un sentido concreto en su formación”, sostuvo Arias.
Ambos funcionarios coincidieron en que los avances de la última década reflejan la consolidación de un proceso iniciado en 2006, cuando la Ley de Educación Nacional estableció la obligatoriedad de la escuela secundaria.

“Llevamos 20 años de aquella decisión y recién ahora podemos ver los frutos: más chicos terminan, las políticas están enfocadas en sostenerlos, y hay una sociedad que valora la educación como una herramienta de progreso”, sintetizó Páez.
Arias, por su parte, resumió el desafío hacia adelante: “La clave está en seguir vinculando la educación con lo laboral, fortalecer la motivación y mantener vivo ese cambio cultural que vuelve a poner el valor del esfuerzo y del estudio en el centro de la sociedad mendocina”.