Un informe privado advierte sobre la consolidación de dos Argentinas: mientras los sectores altos consumen en dólares, la mayoría sigue ajustando sus gastos básicos. En paralelo, sube el desempleo y el poder adquisitivo continúa en caída.

El consumo de los hogares de altos ingresos se expande, mientras en los de bajos ingresos continúa el ajuste.
El consumo de los hogares de altos ingresos se expande, mientras en los de bajos ingresos continúa el ajuste.

Tras meses de crecimiento de la economía argentina, se empiezan a ver nuevas señales de alerta: la recuperación iniciada a comienzos del año no logra consolidarse de manera homogénea y se profundizan las disparidades entre sectores sociales, según el último informe de la consultora Moiguer. El crecimiento se desacelera mientras el consumo se estanca y su comportamiento es desparejo entre una parte de la población que accede a bienes importados y viajes, y otra que sigue restringiendo gastos esenciales.

“La recuperación económica no llega a todos y profundiza las desigualdades del presente entre los distintos estratos sociales, sintetiza el estudio, que evidencia cómo los segmentos medio bajos y bajos se ven obligados a reducir consumos básicos, mientras los niveles medios altos y altos expanden sus gastos en dólares.

El mapa social, según el informe de Moiguer, se bifurca entre una Argentina “pesificada” que ajusta y otra “dolarizada” que aprovecha el nuevo clima económico para viajarinvertir y comprar.

Los datos detrás del ajuste en sectores medios y bajos: desempleo y salarios en retroceso

El retroceso del consumo de los sectores medios y bajos se da en paralelo con una caída del empleo en el primer trimestre del año: el desempleo trepó al 7,9%, según el último dato de INDEC. Se trata del nivel más alto desde que Javier Milei asumió la presidencia y alcanzó máximos desde la salida de la pandemia, con una desocupación que golpea especialmente a los más jóvenes y a las mujeres.

A su vez, los ingresos laborales continúan sin ganarle a la inflación: los salarios registrados (privados y públicos) acumulan una pérdida del 6% en términos reales entre noviembre 2023 y marzo 2025. Hacia dentro de la categoría de los registrados, el salario público continúa siendo el más golpeado, ya que cayó 15,1% real en ese período, mientras que los privados cedieron un 0,9%, que se explica en su totalidad por el descenso de marzo.

El informe también refleja este deterioro en la percepción de la población: un 61% de los hogares afirmó que en el segundo trimestre del año sus ingresos se encontraron por debajo de la inflación, mientras solo un 11% afirma que estuvieron por encima y un 28% que la empardaron. Además, un 50% del total de la población declara no llegar a fin de mes y un 30% dice que debe resignar gastos básicos para pagar servicios, aunque en ambos casos en los segmentos bajos ese porcentaje alcanza el 64% y el 45%, respectivamente.

Fuente: Moiguer.

Fuente: Moiguer.

El consumo se bifurca: se expande en dólares, pero se ajusta en pesos

Pese al freno en el consumo masivo, los rubros vinculados al dólar muestran una expansión acelerada: la venta de 0km creció un 94%, mientras el turismo emisivo avanzó un 80% y las importaciones de bienes de consumo escaló un 60%. En contraste, las ventas de supermercados y alimentos cayeron entre 4% y 9%, respectivamente, según datos de Scentia y CAME.

De esta manera, se observa que mientras una parte de la sociedad realiza compras en el exterior y planifica viajes, otra depende de promociones y descuentos para sostener su nivel de vida. El informe muestra “perfil expansivo” en el consumo para los niveles medios-altos, pero un patrón de ajuste continuo en el resto de la pirámide.

Fuente: Moiguer.

Fuente: Moiguer.

A pesar de que la inflación continúa su desaceleración -con una suba de apenas 2,4% en abril y 1,5% en mayo, según el INDEC-, la percepción social no acompaña esa mejora. El 26% de los encuestados define la situación del país con palabras como “recesión”, “inestabilidad” o “crisis”, y un 36% cree que hay una alta probabilidad de una nueva crisis económica en los próximos meses. La mejora en los índices, lejos de aliviar el clima, parece agravar la sensación de desigualdad.

Si bien la economía crece, también lo hace la desigualdad. Ese crecimiento segmentado profundiza la exclusión de los sectores bajos, erosiona la cohesión social y la credibilidad sobre el rumbo económico.

Así y todo, el 43% tiene una expectativa positiva y asocia la situación actual con palabras como “bonanza”, “esperanza”, “estabilidad” y “crecimiento”.

Con una inflación en baja y algunas señales de recuperación, el Gobierno insiste en mostrar los “brotes verdes” de su gestión, pero el informe de Moiguer sugiere que, detrás de los promedios, la realidad es mucho más desigual. Mientras los sectores altos se dolarizan y expanden su consumo, la mayoría sigue ajustándose.

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