Entre ausencias opositoras que le jugaron a favor, el Presidente destacó logros de Gobierno y arremetió contra “la casta” para capear el escándalo cripto. Épica refundacional, baja de impuestos, acuerdo con el FMI y combate contra la inseguridad. Bochorno final opacó el acto en el Congreso.

En su segunda presentación ante la Asamblea Legislativa, Javier Milei se mantuvo fiel a su estilo y recuperó la centralidad, basándose en sus logros económicos y marcando hacia adelante una agenda ambiciosa, que apunta a acelerar las reformas, pero que requerirá de apoyos del Congreso, con el que volvió a confrontar.

Las expectativas respecto al discurso habían cambiado tras el cisne negro de la estafa cripto: lejos de ese escenario previsto para posicionarse por encima de todo el arco político, amparado en la estabilización económica –su principal mérito-, el Presidente llegó al 1 de marzo en el peor momento del Gobierno. Ante esa situación, Milei optó por redoblar la apuesta, insistir en sus diatribas (incluso con golpes debajo del cinturón) y en su retórica refundacional, con el leit motiv del “mejor Gobierno de la historia” y una Argentina que comenzó a funcionar recién en diciembre del 2023, sin pasado histórico, con la excepción de los años del menemismo, periodo que, ahora, incluso marcha detrás de la gesta libertaria.Informate más

Es que al escándalo $LIBRA, con sus ribetes judiciales, se sumaron hechos de dudosa institucionalidad, como el nombramiento por decreto de jueces para la Corte Suprema o la amenaza de una intervención federal en la provincia de Buenos Aires, ambos espasmos libertarios cuestionados por diversos sectores de la vida política argentina. Tiros en los pies que hicieron revivir a una oposición que deambulaba por el subsuelo.

Pero La Libertad Avanza tiene a su favor la torpeza de sus rivales, que no pueden aprovechar los goles en contra que se hace el oficialismo. El PJ, mayoría en ambas cámaras, cometió este sábado un grosero error político, al regalarle a Milei la tribuna ocupada solo por los locales, desde donde el Presidente se encargó de disparar contra el peronismo, diputados, senadores, el gobernador Axel Kicillof y la “casta” en general (vocablo que usó ya al minuto de su alocución). Sin contrapeso, Milei estuvo a sus anchas, de menor a mayor, con un final en donde volvió a la costumbre de la agresión, y que se coronó con el episodio entre Santiago Caputo y Facundo Manes, quien denunció haber sido golpeado por asesores del Gobierno, tras haber mantenido un tenso cruce en el recinto.

En cuanto a la postal, en rigor, hubo menos diputados y senadores, que dejaron al recinto con capacidad a media. También se vio a una vicepresidenta que ya mantiene una distancia definitiva y que fue recortada de la transmisión oficialDe los 24 mandatarios locales, solo siete dijeron presente. El resto se ausentó con diferentes excusas: compromisos locales, viajes al exterior y, los más sinceros, diferencias programáticas respecto al Gobierno. La política le dio la espalda a Milei en horario del prime time, pero el Presidente usó esa fuerza para devolver el tiro: le sirvió para mostrar que es la “casta” la que se pone en contra de sus esfuerzos denodados por sacar al país de un pozo. Bingo.

Entre las muchas ausencias, lejos de bajar los decibeles Milei redobló la apuesta en cuanto al tono confrontativo. Marca registrada. Hasta se dio el lujo de mencionar al caso $LIBRA y señalar a la política por un “ponzi” mayor a costas del Banco Central.

Economía y seguridad

En ese contexto, desde el atril el Presidente buscó no solo ganar altura, sino también relanzar su Gobierno, no para el largo plazo que vociferó, sino para una carrera corta para llegar con aliento a las elecciones de octubre. Acelerar la baja de impuestos y posicionar a La Libertad Avanza como el único espacio que combate la inseguridad, los principales ejes de la fase 2 de su gestión, llamada de “reconstrucción de la Argentina”. El primero, del orden material. El segundo, acaso más simbólico.

Se entusiasmó el Presidente con la salida del cepo y con un acuerdo con el FMI que deberá ser aprobado en el Congreso. También postuló cambios en los códigos penal, civil y comercial. Con mayor apertura económica y con un paso de la motosierra extendido en tiempo y espacio, que llevaría al final de camino a la extinción del Estado. Los pasos intermedios: la privatización de las empresas públicas y el cierre de más áreas del organigrama estatal.

Se animó incluso a un nuevo llamado a la unidad nacional, pese al estrepitoso fracaso del Pacto de Mayo que anunció el 1 de marzo de 2024. La diferencia es que acá ese llamado vino atado a una afrenta: si no van al pie, no habrá unidad y el Gobierno avanzará en sus planes con o sin Congreso. Curiosa invitación al concierto de la “generación del 20 que cambió la Argentina”, como quiere Milei que se recuerde a su gestión. Los gobernadores se fueron masticando la idea incierta de la competencia impositiva, tras haber llegado con las manos vacías, ya que del Presupuesto 2025, reclamado desde las provincias, no hubo noticias. Los pocos mandatarios que fueron esperaban otro tipo de señales: seguirán sin fondos y, para colmo, Milei desestimó un retorno de la obra pública, eje dinamizador de la actividad en los distritos.

El Presidente también ubicó enfrente, otra vez, a Axel Kicillof y a la “doctrina Zaffaroni”, un efectismo que cayó en sus propias contradicciones: si felicitó a Patricia Bullrich por haber conseguido el índice de homicidios más bajo de los últimos 25 años, sería imposible haber alcanzado ese logro sin correlato en la provincia donde habita el 40% del país. En clave electoral, le volvió a pedir la renuncia, una forma de subirlo al ring de campaña.

En la misma línea ubicó a los periodistas “ensobrados”, sin ponerse colorado aun luego del blooper de la entrevista con un entrevistador dialoguista. En paralelo, los periodistas que cubrían el acto vivieron escenas dantescas en el Palacio legislativo.

Quizás, como suele ocurrirle al Presidente, el discurso contundente y con logros económicos para destacar se vio opacado por los episodios patoteriles que se iniciaron en el atril y siguieron en los pasillos.

Se hablará más de esto último, que del proyecto de país que imagina Milei.

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