Así lo indicó un nuevo informe que detalla que casi 26 millones de personas presentan sobrepeso u obesidad en nuestro país.

Los expertos advierten sobre la malnutrición. (Foto: Adobe Stock)
Los expertos advierten sobre la malnutrición. (Foto: Adobe Stock)

La obesidad es una enfermedad crónica y un factor de riesgo para el desarrollo de otras patologías crónicas como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, enfermedades osteoarticulares y ciertos tipos de cáncer. Además, está vinculada con problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad. En la Argentina, casi 26 millones de personas presentan sobrepeso u obesidad y la baja calidad y variedad alimentaria persiste en los sectores más vulnerables.

Así lo reveló un documento elaborado por expertos que fue presentado en el Congreso Argentino de Nutrición y el análisis, coordinado por Sergio Britos, señala que la crisis del acceso a dietas saludables se extiende desde hace años, con consecuencias visibles en la salud de la población. Este señalamiento sucede en paralelo al “Proyecto de Ley para la Prevención, Tratamiento y Control de la Obesidad en la República Argentina”, que ingresó en noviembre de 2024 a la Comisión de Salud del Senado.

La consulta con un especialista es fundamental para tratar la obesidad. (Foto: Adobe Stock)
La consulta con un especialista es fundamental para tratar la obesidad. (Foto: Adobe Stock)

Según el documento titulado “Sistema alimentario en la Argentina, seguridad alimentaria, dietas saludables y salud ambiental”, las dificultades van más allá de la cantidad de alimentos. En el informe, se detalla que la malnutrición en sus diversas formas persiste como un problema de salud en nuestro país, ya que, la mayoría de la población realiza una dieta poco variada y de limitada calidad nutricional. Verduras, frutas, legumbres y cereales integrales, yogur, leche, frutos secos y pescado son los principales consumos deficitarios mientras que los de panificados y harinas, feculentos en general, carnes rojas y alimentos de consumo ocasional presentan marcados excesos.

Britos, quien también ocupa el cargo de vicepresidente del Congreso señaló: “En las últimas décadas, se consolidó un patrón alimentario que combina exceso de calorías con déficit de nutrientes esenciales y de alimentos clave en la dieta. La mayoría de los argentinos realiza una dieta muy desequilibrada que conduce a múltiples deficiencias y a enfermedades crónicas. Pero no se trata de una responsabilidad individual: forma parte de un sistema alimentario que desde un inicio no tiene como objetivo explícito producir suficientes dietas saludables, acompañado de una economía que limita el acceso a las mismas y una visible ausencia de Educación Alimentaria y Nutricional”.

Otros detalles del informe

En el escrito, se detalla que la malnutrición atraviesa todas las etapas de la vida y explica que, en el caso de los niños, existen déficits marcados de hierro, vitamina D, calcio, zinc y ácidos grasos esenciales, mientras que en los adolescentes persisten bajas ingestas de vegetales, frutas y lácteos, junto a elevados consumos de harinas refinadas y productos panificados.

Por su lado, en los adultos se registran altos niveles de obesidad y prevalencia de enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión arterial y patologías cardiovasculares, mientras que la inseguridad alimentaria afectó al 35,5% de los niños y adolescentes en 2024. Esto representa que más de uno de cada tres menores no logra un acceso estable y completo a los alimentos que necesita.

Es importante que los niños tengan una buena educación alimentaria. (Foto: Adobe stock)
Es importante que los niños tengan una buena educación alimentaria. (Foto: Adobe stock)

Además, el informe advirtió que en nuestro país existe una disponibilidad energética superior a las 3.300 calorías y 120 gramos de proteínas por persona, pero la producción se enfoca principalmente en granos, aceites y carnes, relegando frutas, verduras, legumbres y lácteos. También indica que, solo Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe abastecen una parte relevante de alimentos saludables, mientras que otras regiones dependen de productos enviados desde largas distancias, lo que encarece los costos y reduce la posibilidad de consumo local.

“Cuando uno observa qué se produce y qué se come, queda claro que no hay una estrategia ni objetivos nutricionales que orienten al sistema alimentario. Es clarísimo que las Guías Alimentarias (GAPA) no se utilizan ni se visibilizan como faro del sistema. Se produce en función a los incentivos propios del mercado y de las políticas definidas por los gobiernos y no existen otros (incentivos) que favorezcan mayores equilibrios desde una perspectiva de salud y nutrición, ni estrategias que modifiquen los comportamientos de los consumidores en favor de las dietas más saludables”, afirmó Britos.

La educación alimentaria

La educación alimentaria aparece como un eje central que requiere reformas y, si bien Britos indicó que la misma es fundamental, dijo que “no alcanza con decirle a la gente qué debe comer si no tiene los medios para hacerlo. Hay que enseñar, sí, pero también garantizar que lo aprendido se pueda poner en práctica”.

En el texto del informe, se destaca que la Canasta Básica de Alimentos (CBA), referencia para medir la pobreza, no representa una dieta saludable, ya que los alimentos más nutritivos cuestan en promedio un 37% más que el valor asignado por el INDEC. “El enfoque fragmentado y compensatorio de las políticas alimentarias debe cambiar. Necesitamos una visión de conjunto, con foco en calidad nutricional y articulación entre sectores”, indicó Britos.

Los especialistas pusieron especial atención en el Etiquetado Frontal de Alimentos que está vigente desde hace dos años y que, si bien un poco más de la mitad de la población declara disposición a usarlo, en el informe se advierte que solo una parte realiza cambios concretos en sus compras, mientras que el 30% continúa eligiendo los mismos productos.

Para mejorar el uso del etiquetado, los autores proponen campañas educativas sostenidas y subrayan que otras disposiciones de la ley, como la promoción de alimentación saludable en las escuelas, todavía no muestran un despliegue pleno o información pública sobre su aplicación.

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