Teherán, 22 oct (EFE).- La batalla cultural por el uso del velo se ha recrudecido en las últimas semanas en Irán con llamamientos de los conservadores a reimponer el estricto código de vestimenta islámico e incluso el despliegue de personal ante lo que consideran “exhibicionismo” femenino.

En las calles de Teherán se vive una clara relajación de las estrictas normas de vestimenta de las mujeres con melenas al aire sin velo, faldas y camisetas de tirantes, en una cuestión que va más allá de la mera estética y supone un gesto de desobediencia civil ante la República Islámica.
El velo, mucho más que un trozo de tela, se encuentra en el centro de una batalla cultural y social en el país desde la muerte de la joven kurda Mahsa Amini bajo custodia policial tras ser detenida por la Policía de la moral por no llevar bien puesto el hiyab el 16 de septiembre de 2022, lo que provocó fuertes protestas.
En medio de estas tensiones, el Gobierno del presidente reformista, Masud Pezeshkian, no aplica desde finales de 2024 las leyes que castigan la falta de uso del velo y de hecho paralizó una legislación que endurecía los castigos, y ahora figuras conservadoras le están plantando cara por ello.
Así, el director del Centro de Ordenar el Bien y Prohibir el Mal de Teherán, Ruholá Momen-Nasab, anunció la semana pasada que había creado un “centro de control del velo” y que planea desplegar a 80.000 voluntarios para promover “la disciplina social y los valores religiosos” en la capital.
No dejó claro si los 80.000 voluntarios se dedicarán a imponer el velo, pero la mera posibilidad provocó fuertes críticas entre los reformistas, sector político que aboga por una apertura paulatina del país.
“¿No se cansan? Solo háganles entender a esa tropa de 80.000 en Teherán que no ejerzan violencia y que no alteren a la sociedad”, dijo en X el abogado y profesor de la Universidad de Teherán Mohsen Borhani.
El fiscal general del condado de Ardestán de la provincia de Isfahán, Mohammad Hatami-Kia, llamó a emular al Centro de Ordenar el Bien y Prohibir el Mal con el despliegue de patrullas de policías y basijis (militantes islámicos) para imponer el velo en su región.
Hatami-Kia recordó que el Código Penal iraní castiga la falta de uso del velo con entre diez días y dos meses de prisión, hasta 74 latigazos y multas económicas, unas penas que no se están aplicando ahora mismo.
Además, pidió castigar con dos años de suspensión de empleo a los trabajadores públicos que atiendan a mujeres descubiertas.
No son los únicos. La parlamentaria Fatemeh Mohammadi Beigi llamó recientemente a los “funcionarios e instituciones estatales a no olvidar las normas del hiyab y castidad del país” y el diputado y clérigo Mohammad-Taghi Naghdali consideró “vergonzosa” la “desnudez” que se vive en las calles del país con la “exhibición de cuerpos”.
Por su parte, el clérigo de los viernes de Teherán, Mostafa Hashemi, afirmó recientemente desde el púlpito que “el hiyab es una obligación divina, no personal” y que “su falta de uso conduce a daños morales y sociales”.
Religión frente a libertades individuales
Ante todas estas críticas, los reformistas llevan semanas defendiendo la falta de castigos ante el desuso del velo y han apelado a las libertades individuales.
Con un tono conciliatorio, la portavoz del Gobierno, Fatemeh Mohajerani, reconoció que hay quejas por “exhibicionismo” femenino y llamó a buscar un punto medio.
“Una parte de nuestra población es religiosa. ¿Pero qué podemos hacer para garantizar que no se ignoren las libertades individuales?”, dijo en una reciente rueda de prensa al ser preguntada por el velo.
Mohajerani hacía referencia a la libertad individual a no ponerse velo, algo casi inaudito en la República Islámica.
Pero a pesar de las críticas y las presiones, el Gobierno de Pezeshkian no parece tener intención de dar marcha atrás y ayer anunció que no se destinarán fondos del presupuesto nacional a la Policía de la moral, el cuerpo encargado de imponer el estricto código de vestimenta bajo cuya custodia murió Amini. EFE