Los médicos destacan el impacto financiero y sanitario de la contaminación por plásticos, exigiendo que el tratado mundial sobre plásticos reduzca su producción y promueva sustitutos seguros.
Un grupo de médicos de renombre internacional advirtió sobre una “profunda crisis de salud pública” causada por la contaminación plástica y pidió medidas antes de las negociaciones finales de las Naciones Unidas para un Tratado Global sobre Plásticos, programadas para noviembre. En una carta abierta, una coalición global de profesionales de la salud y activistas instó a los delegados a priorizar la evidencia científica en el centro de cualquier acuerdo final sobre plásticos.
El grupo advirtió que el actual proyecto de tratado “no abordará eficazmente el verdadero impacto del plástico en la salud a menos que cambiemos de rumbo”.
El consejo también destacó la enorme carga financiera que la contaminación plástica impone a la salud pública a nivel internacional. Según el grupo, los alteradores endocrinos presentes en los plásticos costaron a Estados Unidos 225 mil millones de euros en 2018. Esta cantidad bastaría para pagar a casi toda la plantilla de enfermería del país.
Una carga mundial para la salud pública
La carta enfatiza que el tratado de las Naciones Unidas debe comprometerse a reducir la producción de plásticos, financiar la investigación sobre química sostenible para crear sustitutos seguros y exigir pruebas de todos los productos químicos utilizados en los plásticos.
Este llamado refleja la creciente evidencia de que los plásticos, además de contaminar los océanos, también invaden el cuerpo humano, desde la placenta hasta el cerebro, como señala el profesor Hugh Montgomery, especialista en medicina de cuidados intensivos de la University College London y Whittington Health NHS Trust.
El profesor Montgomery dijo que las personas están absorbiendo sustancias químicas en los plásticos, como los plastificantes, utilizados para hacerlos más flexibles, y que la evidencia científica indica que muchos de estos compuestos son tóxicos.
“El planeta paga el precio del plástico, pero también la gente”, afirmó el Prof. Montgomery, y añadió que se han encontrado microplásticos en la sangre, la placenta e incluso los testículos humanos.
Resistencia de la industria petroquímica por motivos de lucro
Durante las negociaciones sobre el tratado, países como Estados Unidos, China y Arabia Saudita, junto con importantes actores de la industria petroquímica, se han resistido a la inclusión de medidas de control sobre la producción anual de plásticos .
Sin embargo, informes más recientes sugieren que Estados Unidos ha cambiado su posición, apoyando ahora la reducción de la producción mundial de plásticos, alineándose más estrechamente con países como el Reino Unido, Perú, Ruanda y la mayoría de las naciones de la Unión Europea.
Este cambio de posición se produce después de que recientes estudios científicos revelaran la presencia de microplásticos en lugares inesperados del cuerpo humano, como la sangre y los órganos reproductivos. Esto es preocupante, dada la creciente asociación entre la exposición a microplásticos y varios problemas de salud, incluido el estrés oxidativo, la alteración del sistema inmunológico y los cambios en los niveles de lípidos en sangre.
Impacto ambiental y de salud del agua embotellada
En una línea de investigación paralela, un estudio publicado en BMJ Global Health también llamó la atención sobre los efectos nocivos del uso generalizado de botellas de agua de plástico para la salud humana y el medio ambiente.
Investigadores de Weill Cornell Medicine en Qatar descubrieron que una fracción significativa de las muestras de agua embotellada contienen contaminantes, incluidos microplásticos y otras sustancias químicas como ftalatos y bisfenol A (BPA), sustancias a menudo asociadas con riesgos para la salud a largo plazo, en particular la presión arterial alta, enfermedades cardiovasculares y diabetes.
Aunque el agua embotellada es crucial para más de dos mil millones de personas que no tienen acceso a agua potable, para muchos su uso es simplemente una cuestión de conveniencia, respaldada por campañas de marketing que promueven el agua embotellada como más segura y saludable que el agua del grifo.
Los autores del estudio también destacaron que la producción y eliminación de botellas de plástico contribuyen significativamente a las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), además de representar una de las principales fuentes de contaminación de los océanos. Se estima que las botellas de plástico representan el 12 % de la contaminación plástica marina y solo el 9 % de las botellas se reciclan.