Los comerciantes aseguran que se incrementó la presencia de los cuidacoches y solicitan más presencia policial porque tienen a mal traer a turistas y mendocinos.
La avenida de los bares, Arístides Villanueva, resiente los coletazos de la crisis. Dueños de bares y restaurantes aseguraron que, mientras ha descendido el consumo, se ha incrementado la presencia de “trapitos” en la zona que tienen a maltraer a los turistas y mendocinos y piden más presencia policial para disuadir a los más “agresivos”.
La queja, en rigor, es más global. Apunta a más de un problema que se han evidenciado en el último tiempo, entre ellos, la presencia de niños que no sólo piden entre las mesas, sino que también se dedicarían a molestar a los clientes. Si bien en los locales gastronómicos contemplan que no hay grandes conflictos en la convivencia, sí hay actitudes que ya molestan y generan situaciones que espantan a los comensales.
“Son amedrentadores“, reflejó uno de los consultados con bar en esa arteria céntrica.
Para empezar, los cuidacoches han vuelto a instalarse en distintos horarios en esa calle, aprovechando que la municipalidad de la Ciudad de Mendoza está en una transición con el actual sistema de los tarjeteros. A partir de ahí comienzan las complicaciones, puesto que si bien el estacionamiento medida habilita a los tarjeteros hasta las 2, no todos se quedan y por ello habilitan la calle a personas que no están habilitas por la municipalidad.
Esto, fundamentalmente, porque Capital anunció que a partir de noviembre habrá un sistema de estacionamiento medido cuya novedad será un sistema digital -y que también abarcará Sarmiento y Belgrano, donde hay más locales gastronómicos, sobre todo, para el target turístico-.
La ley y la maña
Pero mientras ese sistema, que se pagará con una app, está siendo ajustado por la municipalidad, en el limbo los que aprovecharon son varios trapitos que, según indicaron los propietarios de algunos bares, prácticamente acosan a los clientes ni bien descienden del auto.
Si bien algunos empresarios consideran que falta una presencia policial más disuasiva respecto a estas conductas, las denuncias a la municipalidad a través del sistema “Ojos en alerta” funciona, dicho por los mismos responsables de los bares.
El intercambio es el siguiente a partir de la denuncia, por lo visto en los mensajes: “Personal está en la zona para dar con los sujetos“. Y luego, la segunda respuesta de la municipalidad: “El personal no dio con los sujetos, cualquier novedad nos hace saber por este medio“.
“Vuelvan a pasar, porque cuando los ven se esconden“, replicó a su vez un denunciante. Los mensajes se reiteran.
Las estrategias de los cuidacoches para escaparle a la autoridad son varias y, si bien los preventores de la Capital acuden, cuando la patrulla municipal acuden al lugar éstos ya se han esfumado. Pero, ojo, no están lejos.
Sucede que los denunciados directamente se camuflan como clientes entre las mesas de algún local a tomar cerveza. De esa manera, evitan el celo de la seguridad municipal. Los preventores directamente se van porque no observan a nadie. Son varias las alertas que hay a través de mensajes por Ojos en alerta, con señas claras de quiénes son los responsables. Pero siguen estando y hay quioscos que terminan convirtiéndose en “aguantaderos”.
Si bien la municipalidad ha organizado encuentros con los dueños de los locales y busca mantener una respuesta al reclamo de mayor orden público, consideran que el problema excede a los preventores capitalinos, ya que no tienen atribuciones para detener a los cuidacoches. Y ponen énfasis en señalar que se trata de un problema de la Provincia y, sobre todo, de la Justicia contravencional.
Desde el Ministerio de Seguridad, el director general de Relaciones con la Comunidad, Hernán Amat, aseguró que han tenido varias reuniones con comerciantes, funcionarios municipales y comisarios que tienen responsabilidad en la zona de la Quinta Sección.
En ese punto, desde esa cartera aseguran que con el cambio de sistema han vuelto algunos trapitos, pero recalcaron que las autoridades policiales están al tanto y que están alertando a los jueces a cargo de las faltas contravencionales para que se apliquen las multas o castigos, según corresponda.
El Código Contravencional establece una multa de 500 a 1.000 unidades fiscales o el arresto de 5 a 10 días a aquellos que exigen una contraprestación por el cuidado de vehículos sin autorización legal o habilitación de la autoridad competente.
Con todo, los empresarios gastronómicos contemplaron que les ponen una multa a los molestos, pero esos castigos nunca se cobran, por lo que el código de convivencia se vuelve “inaplicable“, resaltó uno de los consultados.
“No hay un incremento“, replicó Amat sobre la situación en la Arístides. No obstante, el funcionario reconoció que “siempre con la situación social y la economía puede haber indicios de crecimiento y que empiecen a resurgir cuidacoches y limpiavidrios, pero se está trabajando en conjunto con Capital para que esas causas sean armadas y obtengan las sanciones que corresponda“.
Por lo pronto, ante los reclamos, Amat indicó que “en algunas ocasiones hemos tenido algunos reclamos sobre presencia policial, ha sido solucionado, pero no es una zona donde tengamos grandes problemas o reclamos“.
Como solución, desde la municipalidad de la Ciudad de Mendoza reflejaron que con la app que están diseñando este tipo de problemas se vería resuelto, porque no tendrían que pagarle a ningún trapito.
La presencia de los más chicos
No es un problema nuevo, pero nadie parece encontrarle la vuelta. Por esa calle, hay grupos de niños que caminan entre las mesas. Algunos venden medias. Otros directamente piden plata. A la distancia, los observa un adulto o, en otros, un chico más grande que ellos.
Este es el segundo problema que apuntaron los dueños de bares de la Arístides es este deambular de niños en horas de la noche, viendo qué cazan para comer. Pero también generan molestias, porque algunos desafían a los clientes e incluso a los propietarios de los locales.
Para quienes están detrás de las barras, la simple presencia policial no hace mella porque no se trata de un problema delictivo, sino de un drama social.