Con la llegada de la temporada de floración, Mendoza enfrenta una nueva fase en su batalla contra las catas, una plaga que sigue expandiéndose y dañando la producción agrícola. Los agricultores recurren a métodos innovadores y sostenibles para controlar la plaga y proteger sus cultivos, pero reclaman investigación y la participación de todos los sectores.
Desde hace más de seis décadas, la cata común (Myiopsitta monachus), una especie invasora conocida por su capacidad de adaptación y su impacto negativo en la producción agrícola, genera serios problemas en la provincia, y el próximo mes, con el inicio de las floraciones, los agricultores reiniciarán su guerra contra la plaga de las catas.
Las estrategias para disminuir la población de catas son diversas, pero la más efectiva es la que va desde mayo y hasta mediados de octubre, antes de que nazcan los pichones, y se trata de la remoción de nidos. Es que, las catas se multiplican rápidamente, ponen entre cinco y ocho huevos por nidada, y la incubación dura aproximadamente veintiséis días (los huevos se adaptan a cualquier tipo de clima).
En cuanto a las zonas, desde el año 2017, por Resolución Nº 805 la Secretaría de Ambiente y Ordenamiento Territorial de la Provincia de Mendoza, se la declaró como especie perjudicial y dañina en los departamentos de San Martín, Rivadavia, Junín, Maipú y Luján de Cuyo – Oasis cultivados Norte y Este de la provincia de Mendoza.
Desde el próximo mes, y con el comienzo de la temporada más cálida, cuando encuentren alimento abundante, el problema escalará, y según pudo averiguar Los Andes, para este año se espera que se extiendan a nuevas zonas de la provincia, en las que hasta 2023 no parecían ser un problema. “La problemática de las catas se ha extendido desde la zona Este y hasta la zona Centro, incluyendo lugares como Tupungato”, destacó Gastón Crauchuk coordinador de área de Agoecología y Control Biológico en Iscamen, quien destacó que se trata de una especie protegida, y se requiere de la aplicación de métodos incruentos para la mitigación de la población.
Pérdidas de hasta el 100%
La zona Este es una de las más perjudicadas por esta plaga, que “tiene un impacto económico que no solo afecta a la vid, sino también a las frutas, aceitunas, nogales, almendros y demás”. De acuerdo con Mauro Sosa, titular de Viñateros y Bodegueros del Este, los productores aun no encuentran una solución definitiva, pero se está trabajando en la utilización de métodos como, efectos visuales, auditivos, adiestramiento de aves rapaces (cetrería).
“Se ha tratado de atenuar el impacto que generan las catas a través de distintas estrategias, pero son un verdadero desafío. El impacto económico no solo se mide por el daño que provoca la cata, sino que, en la desesperación y la impotencia de ver cómo un ave puede dañar tanto la economía de una finca, se recurre a métodos no permitidos que pueden traer consecuencias de tipo legal (multas incluidas) para los productores”, comentó Sosa.
La medición de los años, tal y como señaló Sosa resultan muy difíciles, ya que varían de finca en finca, y tiene que ver con la presencia de las bandadas. En estudios puntuales de la Asociación de Frutos Secos de Mendoza, en dos días de evaluación en una finca de 40 hectáreas detectaron una pérdida del 9 % por efecto de aves. Y en otra finca, en un cuartel de dos hectáreas vieron un 100% de pérdida, con la fruta mordida por catas.
Al respecto, Manuel Viera, coordinador de la Asociación de Frutos Secos de Mendoza (AFSM), señaló la complejidad del problema, y consideró que se requiere de un plan de manejo integral, público- privado para encontrar una solución que beneficie a los productores, y también a la sociedad en su conjunto:
“Lo primero que hay que hacer es investigar, conocer los umbrales de daño (qué daños generan las catas y qué inversiones se justifican en base a ellos, siendo la única medida 100% efectiva, hoy por hoy, la colocación de mallas. Luego, hay que avanzar en la aplicación de métodos en base a esa investigación, pero en conjunto con campañas de comunicación para que la población sea parte: necesitamos todas las rapaces posibles y hay que vitar que se cacen, en el campo existe la caza, pero hay que explicar claramente qué se puede cazar y qué no”, agregó.
Pero no solo en el campo es necesario trabajar, sino que los grande nidos que pueden observarse en las zonas urbanas, en carolinos de 15 metros, que no serán atacados por ningún predador natural (comadrejas que se alimenten de los huevos, por ejemplo), criarán a las catas que en la primavera atacarán las producciones cercanas. Entonces, Viera destacó que también deben involucrarse las municipalidades, y sumar a sus cuadrillas de poda a los trabajos de erradicación de nidos.
“Financiamiento hará falta para todo esto, pero será menor que el daño que genera que no haya producción, y por lo tanto no haya ingresos de divisas, ni trabajo para las comunidades cercanas a las fincas”, agregó.
La estrategia “incruenta” para mitigar los efectos
Los daños no dejan de ser ciertos, pero años de experiencia demostraron a los investigadores que los métodos antiguos de eliminación de las catas no resolvieron el problema, y se trataba de acciones que pueden considerarse crueles.
La historia ya se conoce, en parte, inició en la década de los ‘60, cuando se introdujo la especie y el problema escaló por la falta de depredadores que encontró la especie. Prácticas como la caza de gavilanes o comadrejas, le dieron vía libre a las catas para reproducirse sin límites naturales.
En el año 2017, la Dirección de Fauna de la provincia, autorizó la caza de catas para controlar la plaga en el Oasis Norte y Este de la provincia. Pero la Fundación Cuyunche pidió buscar una solución alternativa, vía amparo judicial. De hecho el Iscamen y su “Área de Agroecología” paso a tener a su cargo la coordinación, estudio y propuesta de acciones tendientes al control, proponiendo la adopción de las acciones fitosanitarias y técnico-administrativas.
“En 2020, durante la pandemia, nos contactaron para que hiciéramos algo al respecto. Optamos por un tratamiento incruento para evitar la matanza. En ese momento, la entonces llamada Dirección de Agricultura, junto con Fauna y Recursos Naturales, nos pidió que elaboráramos un manual de tratamiento para alejar a las catas sin matarlas”, comentó Gastón Crauchuk coordinador de área de Agoecología y Control Biológico en Iscamen.
Ese manual incluye, por ejemplo, el uso de latas para generar ruido que ahuyente a las catas, preparados a base de ajo como repelente, uso de láseres y ultrasonidos, espantapájaros y demás. El manual se presentó en los municipios más afectados y en las cámaras de productores.
“El control con aves rapaces ha mostrado ser el más efectivo. Trabajamos con la Fundación Cullunche y Fauna de la Provincia, para la liberación de aves”, sumó el profesional y destacó que se le enseña a los productores a atraer a las rapaces para que estas “mantengan alejadas a las catas”.
“A pesar de estos esfuerzos, hemos encontrado dificultades, como el alto costo de bajar los nidos, ya que las catas anidan en lugares muy altos y es costoso realizar este trabajo. La idea es disuadir a las catas de las áreas productivas utilizando métodos como espantapájaros, láseres y ruidos”, sumó Crauchuk.
El titular de Agreocología recordó que “las catas no se pueden erradicar, pero se puede trabajar para mantenerlas alejadas de las zonas productivas”.
Entre los métodos efectivos (sobre todo si se combinan), también se cuenta la colocación de espantapájaros con forma de aves rapaces (fabricados con plumas de gallina, por ejemplo), y el uso de láseres rítmicos (existen unos específicos para la agricultura, pero también tienen efectos positivos los de uso familiar, de color verde que muchas veces se utilizan para fiestas).
Experiencia positiva en San Martín
A fines de junio, el Iscamen, la Fundación Cullunche, la Dirección de Recursos Naturales Renovables y la Municipalidad de San Martín lanzaron una iniciativa para combatir la plaga de catas en las fincas productivas del departamento del Este mediante la liberación de gavilanes mixtos. Estos rapaces, que han sido rehabilitados tras sufrir heridas por disparos u otros daños, se utilizan para ahuyentar a las catas sin recurrir a métodos letales.
Como señalamos anteriormente, la suelta de aves rapaces es parte de un enfoque integrado de control que combina varias técnicas alternativas e incruentas para mitigar el impacto de las catas en la producción agrícola. Esta estrategia busca no solo proteger los cultivos, sino también promover un manejo sostenible y respetuoso con el medio ambiente.
Mario Montepeloso, productor de almendras en el departamento, enfatizó la relevancia de estas acciones colaborativas: “Estamos trabajando juntos con la Municipalidad, Cullunche, el ISCAMEN y los productores para avanzar en el control de las catas. Esta es una alternativa más para mantenerlas alejadas.”
Asimismo, Jennifer Ibarra, de la Fundación Cullunche, subrayó la eficacia de la liberación de rapaces, citando experiencias previas exitosas. “En otras fincas, hemos liberado gavilanes recuperados de daños como disparos y golpes. Estas aves no solo ayudan a controlar las catas, sino que también son valiosas para manejar roedores y otras plagas, además de estar protegidas por la ley de fauna.” Julio Acevedo, director de Desarrollo Económico de la comuna, explicó que “las catas causan daño significativo, especialmente durante la brotación, lo que puede afectar la producción para la próxima temporada. Este es un problema que debe abordarse de manera integral debido a sus múltiples dimensiones.” La finca seleccionada en San Martín, productora de almendras, enfrenta una amenaza constante debido a los hábitos alimenticios de las catas. Anteriormente, las cotorras se alimentaban de frutos maduros, pero ahora también causan daños durante la floración de los cultivos. A diferencia de otras especies de loros, las catas construyen nidos en diversos tipos de árboles y estructuras artificiales, como torres o galpones. Su capacidad para desplazarse entre 3 y 5 kilómetros desde el nido hasta los sitios de alimentación en primavera-verano, y hasta 24 kilómetros en otoño-invierno, complica aún más su control.
Uno a uno, los métodos del Iscamen
Para abordar esta problemática, el ISCAMEN ha propuesto una serie de métodos alternativos de control que buscan minimizar el daño a las aves mientras protegen los cultivos:
- Eliminación de Nidos: Esta estrategia consiste en retirar los nidos durante el invierno, entre mayo y octubre. Aunque efectiva para reducir la población de cotorras, su éxito depende de una aplicación continua para evitar la reconstrucción de los nidos.
- Repelentes Naturales: El uso de capsaicina, derivada de los pimientos picantes, y alicina, extraída del ajo, se ha mostrado prometedor. Estos repelentes, aplicados en las plantas, ofrecen una defensa natural, aunque requieren aplicaciones frecuentes para mantener su efectividad.
- Tratamiento con Sonido: Métodos como la colocación de latas en frutales para generar ruido y la emisión de ultrasonido han sido efectivos para ahuyentar a las aves. Sin embargo, el uso de sonidos de aves rapaces, a pesar de su bajo costo, depende de la operación manual y puede perder eficacia con el tiempo.
- Tratamiento con Imágenes: Espantapájaros y barriletes que simulan aves rapaces como halcones son soluciones económicas que han demostrado ser efectivas. Estos dispositivos deben ser reubicados regularmente para mantener su eficacia.
- Láseres y Espejos: La tecnología de láseres verdes combinados con espejos crea una barrera lumínica que ahuyenta a las cotorras de manera continua y sin daño para las aves, aunque su costo y necesidad de equipos especializados pueden ser limitantes (aunque existen métodos profesionales, diseñados especialmente para la agricultura, se han realizado pruebas exitosas con láseres para fiesta que pueden comprarse en línea).
- Uso de Aves Rapaces: implementar aves rapaces para controlar las cotorras es una estrategia natural que ha mostrado alta efectividad. Sin embargo, su implementación es complicada y requiere una planificación cuidadosa.
Otra de las opciones, tiene que ver con colocar “plantas trampas” que sirvan para que las catas se “enfoquen en ellas” olvidando la producción principal. Es decir, frutales que se colocan en los alrededores de los viñedos, para atraer a las catas y alejarlas de otros frutos. Para que esta técnica resulte efectiva, debe combinarse con la presencia de las aves rapaces: “la cata baja a comer al frutal y el ave rapaz la detecta y la aleja de la zona productiva. Antes, hay que colocar comida para que las aves rapaces se asienten en los postes de la finca”.
Recomendaciones para los Agricultores
El ISCAMEN recomienda combinar los métodos para evitar la habituación de las aves a un solo tipo de control. La aplicación debe realizarse de manera continua, especialmente durante la temporada no reproductiva, para maximizar la reducción de la población de cotorras. La clave está en la diversidad y constancia de las técnicas empleadas.
El Plan Integral que propone la AFSM
Según Viera, se requiere un plan “Plan Integral de Manejo de Catas”, que podría resumirse en puntos claros. Este programa público-privado debe incluir:
- Investigación y Aplicación: Investigar los métodos más efectivos para el control de catas y aplicarlos junto con campañas de concienciación en las comunidades y municipios afectados.
- Áreas Piloto y Comunicación: Implementar un plan piloto en áreas específicas para probar y ajustar estrategias. Establecer un sistema de comunicación eficaz para coordinar los esfuerzos y asegurar el financiamiento necesario.
- Erradicación de Nidos: Crear una cuadrilla especializada para la eliminación de nidos, especialmente de mayo a octubre, coincidiendo con la temporada de poda.
- Normativa y Educación: Desarrollar una normativa que regule las actividades de control, educar a la población sobre métodos permitidos y promover la cría y liberación de aves rapaces.
- Monitoreo y Evaluación: Establecer un sistema de monitoreo para medir el daño y la efectividad de los métodos de control. Identificar el umbral de daño económico para determinar el presupuesto adecuado para las estrategias de manejo.
- Colaboración Municipal y Privada: Involucrar a los municipios, empresas de electricidad y servicios de monitoreo en el programa. Asegurar que todas las partes trabajen juntas para abordar el problema de manera integral.
- Estrategias de Control: Continuar evaluando y rediseñando las estrategias de control, como el uso de mallas antipájaros, repelentes naturales, láseres y espantapájaros. La experiencia muestra que la malla antipájaros es la única medida completamente efectiva.
- Experiencia y Aprendizaje: Aprender de experiencias previas y ajustar los métodos en función de la inteligencia y adaptabilidad de las catas.
Épocas de Alimentación: Las catas se alimentan de los frutales en distintas épocas del año. Durante la primavera y el verano, atacan los frutos en desarrollo y maduros. En el otoño e invierno, se desplazan hacia otras fuentes de alimento, aunque pueden seguir causando daños. La comprensión de estos patrones alimenticios es crucial para planificar las intervenciones de control en los momentos más críticos.