El “Centurión del Atlántico” sufrió una histórica reconversión, que costó millones de dólares, y es una novedad para las flotas de Argentina

La embarcación se presentó en Argentina. (Foto: Estremar)

La embarcación se presentó en Argentina. (Foto: Estremar)

La reconversión del pesquero costó más de 45 millones de dólares. Se trata de la mayor inversión en un barco pesquero hecho por una empresa argentina ya que el buque factoría, con 30 años de antigüedad, necesitaba una remodelación integral.

Es la nave más grande del país y tiene como puerto de asiento la ciudad de Ushuaia. Las nuevas tecnologías híbridas han demostrado que es posible combinar innovación y protección ambiental en el sector pesquero. Los avances permitirán reducir significativamente la huella de carbono de la unidad.

Se decidió combinar su motor principal con un generador eléctrico que abastece todas sus necesidades energéticas. Esta unidad puede acumular la energía excedente en baterías, reduciendo la necesidad de encender otros motores. Los cables de arrastre del barco generan energía mientras están en uso y esa electricidad normalmente se desperdiciaría en forma de calor.

En el Centurión del Atlántico, los KW se redirigen hacia las baterías para su uso posterior, mejorando la eficiencia general.

Foto: Estremar

Foto: Estremar

La nave es una “verdadera fábrica flotante” con más de 90 tripulantes. Captura y luego elabora productos terminados como surimi o pescado elaborado, clasificado y ya listo para exportación. Los restos del proceso son usados para producir harinas, obteniendo como subproducto aceite que es aprovechado como combustible.

Europa, cada vez más estricta con la huella de Carbono

En los próximos años, el viejo continente pretende cobrar impuestos a toda actividad que contribuya al cambio climático. Habrá que certificar que el ganado y los agroproductos no provienen de zonas de desmonte o deforestadas.

Consultado por Carbono.news, Federico Pucciariello, integrante de la Cámara Santafesina de Energías Renovables, sostuvo: “Los europeos intentarán que los productores de países menos desarrollados paguemos por la contaminación que generan los barcos con motores diésel o de gasoil que se llevan nuestras cosechas. Lo mismo pretenderán hacer con los fresqueros y congeladores que no se muevan con renovables. Es imperioso que la flota mercante se reconvierta lo antes posible a matrices amigables con el medio ambiente para que no nos exijan sobretasas en los mercados de las potencias occidentales”.

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