El estudio expone con crudeza el peso fiscal que enfrenta el sector vitivinícola argentino y lo compara con las condiciones de países vecinos como Chile y Brasil.
Un reciente informe de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), elaborado a pedido de la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR), revela que una bodega mendocina con finca propia debe pagar casi el 62,4% de su ganancia bruta en impuestos.
El estudio expone con crudeza el peso fiscal que enfrenta el sector vitivinícola argentino y lo compara con las condiciones de países vecinos como Chile y Brasil.
El análisis, realizado por los economistas Alejandro Trapé y Juan Pott Godoy, concluye que por cada 100 pesos facturados, una bodega integrada (que produce uvas y elabora vino) destina 81 pesos a cubrir sus costos operativos.
De los 19 pesos restantes, considerados excedente de explotación, 12 pesos se pierden en el pago de impuestos, lo que deja apenas 7 pesos como utilidad neta.
Esta presión impositiva en el sector no solo es superior a la media nacional (37,7%) y provincial (39%), sino que también casi duplica la carga que enfrentan las bodegas chilenas, donde los tributos representan el 42,4% del excedente. Para el caso de las fincas, el panorama no es mejor: en Argentina los impuestos absorben el 57,1% del excedente, frente al 33,3% en Chile.
El informe destaca que los tributos de mayor peso son el Impuesto a las Ganancias (20,8 puntos), las cargas laborales (17,1 puntos) y el Impuesto al Cheque (10,9 puntos). En menor medida inciden Ingresos Brutos y otros impuestos indirectos que encarecen insumos, energía y combustibles. El grueso de la presión fiscal proviene de tributos nacionales.
Desde que comenzó a medirse en 2017, la presión impositiva sobre la actividad ha crecido sostenidamente: pasó del 45% al 57,1% en fincas y del 58% al 62,4% en bodegas. En explotaciones pequeñas, la carga es aún mayor, alcanzando el 63,4% del excedente en el caso de las bodegas.