Quienes viven en la plazoleta Brown, pronta a ser cerrada, ejemplificaron cómo es dormir en un espacio público y su relación con las distintas autoridades.

La decisión de la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza de cercar con rejas la plazoleta Almirante Brown, ubicada frente al Hospital Central, generó controversia. Pero detrás de los problemas de inseguridad en la zona, también se desnudó otra situación preocupante: la cantidad de gente que duerme en ese espacio verde junto a la Costanera. Al menos, unas 35 personas.
Por fuera de la medida más concreta que tomó Capital, de invertir $170 millones en el cercado, desde el Arzobispado de Mendoza indicaron que junto con la comuna, Provincia y la fundación Puente Vincular están trabajando para tener una visión más completa.
Y empezarán por cotejar sus registros para conformar un listado completo de los sin techo. Desde la organización eclesiástica estiman que el número total ronda entre los 400 y 500 personas.
La noche en plazoleta Almirante Brown
El intendente Ulpiano Suarez describió que la decisión en esta plaza está enfocada en mejorar la seguridad en las inmediaciones del centro asistencial.
Este espacio tiene la particularidad de que, al estar ubicado cerca del nosocomio central, se genera una población más estable, entre quienes pasan algunas noches en sus bancos a la espera de novedades sobre familiares internados, más los que se han plantado en esta para vivir de forma indeterminada.
Estos primeros terminan pernoctando allí por un par de noches al no contar con los recursos para pagar un hospedaje en los alrededores del hospital.
Por su parte, quienes tomaron ese lugar para establecerse en la plazoleta, aseguraron que la medida no es una solución verdadera y sostienen sufrir una persecución injusta.
“Es una bandita la que viene a robar, y ellos (por la Municipalidad y la Policía) se piensan que somos nosotros porque estamos acá viviendo en la plaza”, describió una joven de 21 años.
La mujer contó a El Sol que, por un problema familiar, terminó durmiendo en este espacio público junto a su pareja.
Su novio señaló que, en algunas ocasiones, quienes se encuentran viviendo en este lugar salieron a defender a las víctimas de robos, pero aseguró que luego esos mismos delincuentes volvieron a amenazarlos y a agredirlos.
El hombre mostró una gran cicatriz en la zona de la clavícula, que le habría hecho uno de estos malvivientes por evitar un robo. “Vienen los mismos que roban a la noche y te quieren pegar“, describió.
La relación con la Policía es complicada, según los indigentes consultados. “Esta mañana vinieron, nos dijeron que nos levantáramos y a uno de los señores que duermen ahí (otra zona de la plaza) lo levantaron y lo tiraron al piso. Te quieren tratar como si fueras la mayor basura del mundo”, contó.
Desde la Capital destacaron que los operativos policiales son coordinados por el Ministerio de Seguridad del Gobierno provincial.
La convivencia con otras personas en su misma condición suele, en ocasiones, tornarse conflictiva también. En ese predio viven unas 35 personas, número que fue aumentando en los últimos meses. La mayoría ya han sido registrados por la comuna.

Consultada por El Sol, la Ciudad de Mendoza detalló que cuenta con unas 175 personas anotadas. Es decir, que el 20% de las personas en situación de calle de la capital mendocina pasan la noche en esta plaza.
Quienes pasan la noche en ese espacio no cuentan con un “plan B” sobre dónde ir a parar una vez sean expulsados. La joven respondió con ironía, lo que también es verdad: “Abajo de un puente”. Frente a ellos, en los márgenes del canal Cacique Guaymallén, hay varios que también duermen en esos puentes. Allí no hay jurisdicción municipal ni provincial.
“El código contravencional contempla la posibilidad de arresto en casos donde hay antecedentes“, describió Suárez al dar a conocer el cierre de este espacio público. Los indigentes consultados aseguraron que los antecedentes que tienen se deben a esta presunta “persecución” de las autoridades.
El problema sólo se restringe a la plazoleta Brown. Capital aseguró que ninguna otra plaza o espacio público dentro de sus límites está en una situación similar, por lo que de momento descartan el cierre de más lugares comunes.
La Iglesia dice que entrega más comida
Un espacio en donde mucha gente en situación de calle busca refugio son las iglesias. El responsable de la parroquia Santiago Apóstol y vocero oficial del Arzobispado de Mendoza, Marcelo De Benedectis, explicó que la indigencia en la provincia “sigue aumentando exponencialmente” y relató que mientras años atrás daban cerca de 40 raciones de comida, actualmente entregan más de 170.
Según los registros que tienen en el Arzobispado, la cantidad de personas que se encuentra viviendo en las calles de los distintos departamentos del Gran Mendoza, ronda entre los 400 y 500.
Tras años de experiencia ayudando a cientos de personas sin hogar, el religioso definió que hay tres grupos dentro del “mundo de la situación de calle”.
Primero los “emergentes”. Se trata de aquellos que cayeron recientemente en esta situación, por problemas económicos o familiares. Según De Benedectis, en su mayoría son gente joven, aunque también están incorporándose muchos jubilados.
Luego están los indigentes “crónicos“, los que hace años están viviendo en las calles. Sobre este grupo, el padre describió que se diferencia “caso por caso” donde algunos sufren alguna deficiencia mental o física y otros deciden tomar esta “opción de vida y hasta de rebeldía social”.
El último grupo descrito por el cura es el de los “delincuentes“, quienes no solo son un peligro para los transeúntes, sino que aún más lo son para los otros dos grupos por su extrema vulnerabilidad.
A pesar de la violencia y los delitos que pueden perpetrar los miembros de este grupo, De Benedectis señaló que como sociedad “sería un error pensar que la gente en situación de calle son nuestros enemigos o que son todos delincuentes. Nos equivocamos en el diagnóstico de entrada”.

El cura entiende que la mayor cantidad de gente en necesidad y sin hogar se debe en parte a las medidas de ajustes de la política económica nacional, que “han golpeado fuertemente”, y ejemplificó esto con la situación de los jubilados.
Su propuesta para mejorar este aspecto es “que haya políticas sociales inclusivas, que promuevan, que capaciten, que haya lugares para recuperarse de la droga y que puedan ver fuentes de trabajo diversificadas. Mucha gente todavía no sabe leer y escribir, pero se puede dar un trabajo en una finca, en una fábrica, en algo”.
Dado que el problema de la plazoleta Brown se ha vuelto público, el Arzobispado, la Municipalidad de la Capital y la Provincia tienen previsto reunirse para componer un listado único de las personas en situación de calle. En esta tarea se sumará la fundación Puente Vincular, también dedicada a ayudar a la gente sin techo.
Sobre las personas que duermen en la plazoleta Almirante Brown, el sacerdote señaló que el cierre de esta no es una “solución de fondo”, sino que las personas que están allí “se van a ir a otra placita”, y su situación no va a cambiar.
La oferta de los refugios
En total, son cinco los refugios ofrecidos por la Provincia. Se ubican en Guaymallén, Ciudad, Godoy Cruz y Las Heras.
- El Camino: tiene 50 plazas. Se ubica en Olascoaga 390 esquina Ruta 20, Corralitos. (Guaymallén).
- REMAR varones: cuenta con 60 plazas con probabilidad de llevarlo a 80-90 plazas. Está en Dorrego 361 (Las Heras).
- REMAR mujeres: tiene 40 plazas y se encuentra en Federico Moreno 2246 (Ciudad de Mendoza).
- La Dignidad: tiene 27 plazas y se ubica en Allayme 856 (Guaymallén).
- Los Toneles: enfocado en personas de avanzada edad y dependiente de la Dirección de Adultos Mayores (Godoy Cruz).
El Gobierno provincial señaló que se ofrecen, en total, unas 200 plazas y 4 comidas al día, además de estrategias de acompañamiento para promover revinculaciones con familiares.
Desde Capital aseguraron que, en múltiples ocasiones, representantes de la Municipalidad se acercaron para ofrecer el traslado a alguno de estos refugios. Los indigentes consultados en la plazoleta Brown refutaron que esto ocurrió solo una vez y que era solo para personas mayores de 50 años.
De Benedectis relató que en algunos de estos espacios las condiciones distan de las ideales. “Un baño para 80 personas, colchones con chinches y donde hubo situaciones de violencia y robos entre los refugiados, ¿quién va a querer ir?”, consideró.
Esto lo comparó con una propuesta que tuvo la Iglesia en invierno del año pasado, donde 40 personas, en algunos casos con graves síntomas de hipotermia, fueron hospedadas y alimentadas sin que ocurriera ningún inconveniente. El cura señaló esto como un ejemplo de que estos espacios pueden funcionar eficientemente y ser altamente beneficiosos para esta gente