Un producto puede costar hasta el doble según en donde se compre. Especialistas explican el fenómeno y aconsejan cómo combatir esta disparidad.

Foto: El Sol.

Dentro de una inflación que en febrero llegó al 12,2% en Mendoza, las frutas y las verduras sufrieron variaciones superiores al 14% en Cuyo, según lo difundido por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). En un mercado que se rige por oferta y demanda, existe una dispersión de precios superior al 50%, dependiendo de la zona en la que se adquiera el producto. Especialistas aseguran que todo tiene que ver con una cuestión de “logística” y “valoración”, y recomiendan caminar para encontrar los valores más accesibles.

Teniendo en cuenta las variaciones de febrero en relación a enero de 2024 en Cuyo, los datos del INDEC señalan que las frutas subieron 16,4% y las verduras 14,2%. Si bien desde la Unión Frutihortícola de Argentina señalaron días atrás que “la mayoría de los productos conservan sus valores desde diciembre“, reconocieron que los precios pueden cambiar de un día a otro.

Frente a aumentos constantes, la brecha de precios crece, y si se toman como referencia las frutas y las verduras, un producto puede costar hasta el doble según el sitio de compra.

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Para conocer la diferencia de valores, El Sol realizó un relevamiento en ocho puntos diferentes del Gran Mendoza, comparando los precios de seis frutas y verduras: tomate perita, papa blanca, palta, banana, mandarina y manzana roja.

Los resultados arrojaron que la brecha de precios puede ser superior al 300%, dependiendo de la zona y del producto.

El tomate perita encabeza la lista, con una disparidad en los precios de 313%. Le sigue la palta, con una brecha de 300%. Luego se ubica la manzana roja, con 166%. En cuarto lugar la mandarina, con una diferencia de 150%. Después está la papa con 116%. Y por último la banana, en donde la brecha llega a 100%.

Además, en su mayoría, los valores más bajos corresponden al Mercado Cooperativo del Este, mientras que los más elevados se encuentran en locales del microcentro.

Según lo relevado, el kilo de tomate perita puede conseguirse desde $266 hasta $1.100; la papa blanca de $333 a $720; la palta de $4.000 a $16.000; la banana a partir de $1.250 hasta $2.500; la mandarina desde $800 hasta $2.000; y la manzana roja de $750 a $2.000.

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Por su parte, otro de los puntos de venta, pero con valores ampliamente superiores, son los supermercados. El kilo de tomate perita parte de los $1.500, la papa de $1.100, la banana de $2.000, la mandarina de $3.200 y la manzana de $1.200. La palta se consigue por unidad, con un precio aproximado de $1.200.

Las causas de la brecha

Desde la Unión Frutihortícola de Argentina (U.FH.A), explicaron que los precios varían según diversos factores, anticiparon un año complejo y difundieron la realidad de un sector que sufre fuertes caídas en sus ventas.

Los diferentes valores tienen que ver con la logística de cada marca. No es lo mismo la zona desde la cual llegan al mercado, en dónde tienen su local, sus gastos y hasta los costos de traslado”, aseguró Omar Carrasco, de la U.FH.A.

El representante del sector explicó que los valores están regulados por la oferta y demanda, por lo que remarcó que los precios pueden cambiar de un día a otro.

“Hoy tenemos un precio, pero mañana puede ser diferente. Depende de numerosos factores, la estacionalidad es uno de ellos”, confió.

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Y agregó: “Los primeros tres meses del año han sido muy difíciles, proyectamos una caída del 40% en las ventas de marzo. No va a ser un año sencillo“.

En consonancia con lo planteado por Carrasco, el economista Daniel Garro expresó que existen diferentes causas que llevan a una disparidad en los precios.

“Es natural que exista una brecha. Los valores son subjetivos, así como lo que aporta aquel que venda. Es cierto que hay pisos y techos en los precios, pero también hay diferenciación. Es subjetivo según lo que busque cada cliente”, subrayó en diálogo con El Sol.

Además, Garro mencionó que lo único igual es “el valor adquisitivo” del billete con el que se paga, y remarcó que cuando se brinda mejor servicio, los precios suelen ser más elevados.

“Camine señora, camine”

Tal como lo expresaba la icónica frase que distinguió a Lita de Lázzari en los años 90, caminar y recorrer varios comercios buscando precios, es hoy la alternativa para hacerle frente a la disparidad.

En este sentido, Daniel Garro aseguró que no existen “precios buenos, ni malos“, pero le recomendó al consumidor buscar los sitios y valores que mejor se adapten a su bolsillo.

“No existen precios que estén bien o mal. Esto va a depender del contexto de cada persona. Uno debe caminar para dar con aquello que se ajuste a las necesidades y condiciones de cada uno”, explicó.

Y concluyó: “Hoy tenemos la libertad de buscar y, en base a eso, poder elegir“.

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